Ciudad Real

El ejemplo de los bostonianos

La brillante respuesta policial al atentado de Boston está lejos de haber terminado. Según informamos hoy en LA RAZÓN, las Fuerzas de Seguridad norteamericanas y españolas están investigando en nuestro país las coincidencias e hipotéticas relaciones entre los hermanos Tsarnaev y los dos terroristas chechenos que fueron detenidos en agosto pasado en Cádiz y Ciudad Real, Muhamad Adamov y Eldar Magomedov. Además de compartir la nacionalidad y la militancia en el islamismo radical, existen otros elementos comunes a los cuatro que podrían aportar evidencias sobre las conexiones internacionales de Al Qaeda y su grado de implantación en países como España, Francia y Estados Unidos. No obstante, y sea cual fuere el resultado de las pesquisas, lo innegable es que la amenaza terrorista procedente del fanatismo islamista sigue siendo muy elevada y que minusvalorar su capacidad mortífera es un error de graves consecuencias. Así se ha puesto de manifiesto en el atentado de Boston. Según han reconocido las propias autoridades norteamericanas, los hermanos Tsarnaev no eran desconocidos para las fuerzas antiterroristas, hasta el punto de que el mayor, Tamerlan, fue interrogado hasta en tres ocasiones por indicación de los servicios secretos rusos. También el hermano menor, Dzhojar, había dejado en internet huellas suficientes de su fanatismo para que no pasaran desapercibidas. Lo que nos lleva a sospechar un cierto relajamiento de los controles antiterroristas. Es verdad que la sociedad norteamericana parece haber cerrado la herida abierta el 11-S, lo que es una muestra de fortaleza, pero también es verdad que no está a salvo de nuevos zarpazos, como se ha demostrado en Boston. En España tampoco estamos libres de la amenaza terrorista islámica, ni mucho menos. Objetivamente, podríamos afirmar que estamos incluso más expuestos y somos más vulnerables que el 11 de marzo de 2004. Los avances de Al Qaeda en el Magreb, cuyos tentáculos secuestraron a varios españoles, han aproximado físicamente la amenaza. Además, conviene tener presente que el envío de tropas españolas de instrucción a Mali, tan necesario como en Afganistán, ha sido encajado por los terroristas islámicos como un acto de agresión. Todo ello nos conduce a hacer hincapié en la necesidad de no bajar la guardia ante el acecho terrorista y a no minusvalorar las señales procedentes de grupúsculos radicales que se parapetan tras las garantías de una sociedad democrática a la que odian tan profundamente que sólo desean dinamitarla desde dentro. Pero esta tarea no es exclusiva de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, sino también de todos los ciudadanos conscientes de que la primera trinchera de libertad está en derrotar el terrorismo. Como han hecho los bostonianos de manera ejemplar.