Elecciones Generales 2016

La única condición del PSOE a Sánchez: No repetir elecciones

La Razón
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Una semana después de las pasadas elecciones generales, en las que el PP renovó y amplió su victoria, lo único que ha quedado claro es que es Mariano Rajoy quien va a intentar formar Gobierno. La segunda cuestión es que el PSOE se ha convertido en primera fuerza de la oposición después del envite de Unidos Podemos, que aspiraba a convertirse en el nuevo referente de la izquierda. A Pedro Sánchez le corresponde liderar la oposición y con este rango institucional debe ser reconocido, a pesar de persistir en su declive y de conseguir 5 escaños menos (85) que en los comicios del 20-D, 52 diputados por debajo del PP. Por lo tanto, los socialistas no están en condiciones de poner condiciones leoninas para facilitar el Gobierno a los populares. Lo único que parece que el PSOE tiene claro es que no se van a celebrar por tercera vez las elecciones (sólo jugar con esa posibilidad ya es desestabilizador). Así lo dejará claro el Comité Federal socialista del próximo día 9, por lo que todo hace pensar que Pedro Sánchez dejará que Rajoy lleve toda la iniciativa, busque las fórmulas que considere para tener apoyos suficientes y, llegado el momento marcado por el candidato y la agenda institucional, actúe en consecuencia. Sánchez lo expresó nada más conocerse los resultados de las pasadas elecciones: la iniciativa debe ser del partido ganador. En esta ocasión ya no puede cometer el error de la pasada fallida legislatura, porque no tiene los votos suficientes para construir su «alternativa del cambio». El único gran error a su alcance sería bloquear la investidura y abocarnos a unas nuevas elecciones, que es la opción que el Comité Federal socialista nunca aceptará. Es muy posible que esta posición no obligue a que dicho órgano de dirección adopte una postura sobre cuál debe ser la posición del partido en la investidura y opte por los hechos consumados y la aceptación de que el único que puede formar Gobierno es Rajoy, con el apoyo de los 32 diputados de Ciudadanos y los 85 de PSOE, en las condiciones que considere y como menos perjudique a sus intereses. Porque ésa es la situación real que vive el histórico socialismo español: la ausencia de un liderazgo fuerte que le permita defender ante la militancia y el electorado que la abstención es la mejor opción, incluso el «préstamo» de algún diputado por ausencia en la sesión de investidura. El problema reside en que el PSOE no encuentra la fórmula ni el relato que permita dejar gobernar a los populares. Este hecho se basa en una constatación: el millón de electores que dejó de votar a Podemos no votaron al PSOE. Es decir, Sánchez se ha demostrado incapaz de que los socialistas vuelvan a recuperar votantes y, por contra, el riesgo de que Pablo Iglesias le supere sigue siendo real. Otra cosa es que el secretario general socialista maniobre poniendo la reforma constitucional como una de las condiciones para que Rajoy sea investido con la abstención del PSOE y de los nacionalistas del PNV. Como principio, la Constitución no debería figurar como uno de los temas de negociación. No sólo no es el marco indicado para tratar un tema tan delicado, sino que se debería partir de un presupuesto que es justamente el contrario: sólo con la base de un Gobierno con un apoyo amplio de más de las dos terceras partes (PP, PSOE y Ciudadanos tienen 254 diputados de los 350) puede plantearse la reforma de la Carta Magna. Los socialistas, además, tienen el reto de ser «el partido y la alternativa socialista», como planteó Susana Díaz, tarea que sólo podrán llevar a cabo ejerciendo la oposición.