Las correcciones

Elecciones europeas, neorancios y RRSS

Los jóvenes europeos serán los que tendrán que lidiar con la Europa que surja tras la guerra de Ucrania contra Putin

El rumbo de la UE se decidirá este domingo, cuando 370 millones de electores de los 27 Estados miembros voten en las elecciones al Parlamento Europeo. Estas elecciones son más decisivas que nunca pues se producen tras dos años de guerra en Ucrania y en medio de un explosivo conflicto en Oriente Medio. Los electores tendrán la oportunidad de mostrar su opinión sobre la estrategia tomada por los Veintisiete para neutralizar el expansionismo ruso que amenaza también con modificar nuestras fronteras por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Los dos años de guerra en Ucrania han estado marcados por el respaldo inquebrantable al Gobierno de Volodimir Zelenski para neutralizar la invasión ilegal rusa, pero también por los titubeos para no arrastrar a los aliados a un conflicto directo con Rusia.

El azar ha querido que estas elecciones coincidan con el 80 aniversario del Desembarco de Normandía que liberó a Europa del yugo nazi. La comparación del nazismo con el nacionalismo enarbolado por Vladimir Putin es inevitable. La participación de los veteranos en la que probablemente sea su última asistencia a una gran conmemoración nos recuerda el papel decisivo que tuvieron los jóvenes en la consolidación del mundo libre. Fueron chavales de entre 18 y 20 años los que protagonizaron la mayor operación anfibia de la historia y derrotaron con éxito a las tropas de Hitler.

Son también nuestros jóvenes los que tendrán que lidiar con la Europa que surja tras el enfrentamiento con Putin en Ucrania. La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, ha hecho un esfuerzo para promover el voto joven el 9J. La participación es una preocupación en general. En 2019 fue del 50,7%, 8 puntos porcentuales por encima de las anteriores, en 2014, tras una tendencia de décadas a la baja. Una caída aumentaría las dudas sobre la legitimidad democrática de la UE. Paradójicamente, las pasadas elecciones de Países Bajos, Francia o España demuestran que los jóvenes son iguales de proclives que el resto del electorado a tomar las opciones más extremas. El año pasado, el mensaje antiinmigración de Geert Wilders resonó entre los jóvenes holandeses que luchan por encontrar una vivienda asequible y un trabajo bien remunerado, lo que permitió al veterano líder de extrema derecha a ganar por primera vez las elecciones y liderar la formación del gobierno, aunque la ambición rubia tuvo que renunciar a encabezarlo.

¿Por qué los jóvenes son neorancios? La mayoría de ellos se informan por las redes sociales y no siempre acuden a fuentes fiables. En España este fenómeno ha cristalizado en la figura del influencer Alvise que puede llegar a obtener dos eurodiputados. La campaña la ha realizado únicamente en redes sociales. En 2014 algo similar ocurrió con Podemos. El partido de Pablo Iglesias surgió al calor de las tertulias televisivas y en las papeletas europeas aparecía únicamente su cara. Obtuvo cinco eurodiputados. Hoy, Pablo Iglesias, es un político retirado y (otra vez) televisivo. Pero el uso intensivo de las redes sociales no sólo a pábulo a estos personalismos de desigual recorrido sino también son una pasarela para las intenciones maliciosas de Rusia y China. Ojalá fuésemos todos a votar con la amenaza rusa en la cabeza, otra Europa sería posible.