Parresía
Escándalos
La Ley del Sí es Sí sigue estancada en su reforma, mientras crece el contador de violadores excarcelados
Andan nuestros políticos enzarzados esta semana con dos o tres asuntos de cabecera. La sede de Ferrovial se trasladará a Países Bajos, así lo ha querido una rotunda mayoría de accionistas. ¿Dónde está el problema? De Unidas Podemos era previsible su crítica al capitalismo despiadado -ahora le ha tocado a Rafael del Pino-, pero no necesariamente debía esperarse del ala socialista del Gobierno. La estrategia de reproches a Ferrovial desde el minuto uno, a mi juicio, no ha sido la más inteligente para un PSOE dispuesto a arañar votos el 28M. Ferrovial es una empresa privada y, como tal, dueña absoluta de su destino. Tanta fijación desde la Moncloa huele más a un desencuentro personal entre Pedro Sánchez y Del Pino que a otra cosa.
También el parque nacional de Doñana ha entrado en la precampaña por la puerta grande. Es el gran as en la manga de Pedro Sánchez para debilitar al potente PP andaluz en las próximas municipales y autonómicas. Efectivamente, la sequía irá a más allí, en Doñana, y en todas partes. Los científicos lo confirman, la Unión Europea está vigilante. ¿Para cuándo un pacto del agua entre los principales partidos? Un plan nacional que gestione la creciente escasez de agua y que acabe con las guerras entre Comunidades. Este es el gran desafío, no nos engañemos. Juanma Moreno ha heredado esa patata caliente de anteriores Gobiernos socialistas andaluces, y ahora pretende legislar para conjugar el respeto a ese ecosistema, simbólico tesoro nacional, con las necesidades de los campesinos onubenses y sus cientos de hectáreas de cultivos de frutos rojos en la zona. Este sector genera 100.000 empleos y supone el 8% del PIB andaluz, nada menos. Pesa demasiado en Huelva que, recordemos, es la segunda provincia española con más parados.
Los onubenses, por cierto, están encendidos con los catalanes independentistas de siempre. Esos que explican que se dedican al oficio del humor (y hacen gracia a una inmensa minoría). Esos que, más allá de ofender a la comunidad católica por parodiar a la Virgen del Rocío, hacen gala de un complejo de superioridad cansino, con gags de impostado acento andaluz. Esos mismos independentistas que se pasan el día apelando a la libertad de expresión desde TV3 son avalados por un Ejecutivo independentista de doble rasero. El Govern les apoya sin fisuras y, sin embargo, se muestra particularmente agresivo con los castellanoparlantes. Véase el caso de la enfermera andaluza hostigada por el simple hecho de criticar, en sus redes sociales, el requisito del idioma catalán en unas oposiciones. No puedo acabar este repaso de los escándalos de la semana con el que más me revuelve: la Ley del Sí es Sí sigue estancada en su reforma, mientras crece el contador de violadores excarcelados.
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