Mar en calma

Esclavos

Una llamada a abrir los ojos y no permanecer indiferentes ante esta realidad

Más de 160 millones de niños trabajan en condiciones peligrosas o en esclavitud por pobreza, falta de educación, corrupción, guerras… El miércoles 16 de abril se conmemoró el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil y hoy, Viernes Santo, millones de personas en todo el mundo recuerdan la pasión y la muerte de Jesucristo. Ambas fechas tienen una fuerte carga simbólica y reflexiva sobre el sufrimiento, la injusticia y la esperanza. Jesús fue condenado siendo inocente. Hoy, millones de niños y niñas sufren una angustiosa situación similar a la que hay que poner fin: son víctimas de esclavitud infantil, trabajan en condiciones infrahumanas, son explotados y despojados de su infancia. Algunos hasta cruelmente abusados. Trabajos forzosos, niños soldados, trata, mendicidad forzosa, tráfico de órganos, matrimonios forzados… También ellos son inocentes. En el relato bíblico del Viernes Santo, Jesús fue torturado y crucificado ante la mirada indiferente de quienes lo presenciaron. De forma similar, la esclavitud infantil persiste porque el resto del mundo no reacciona.

La exposición de Ana Palacios para denunciar y erradicar la explotación infantil, presentada el 16 de abril en Valencia, es una llamada a abrir los ojos y no permanecer indiferentes ante esta realidad. La exposición busca no solo denunciar, sino también inspirar acción y transformación social. Un espacio de reflexión y compromiso para acabar con la esclavitud documentando el horror. Así nos obliga a mirarlo de frente. A que no nos quedemos impasibles ante el sufrimiento de los más vulnerables y a reflexionar sobre qué podemos hacer para no ser cómplices de la injusticia. Sin embargo, siempre hay lugar para la esperanza: el domingo llega la Resurrección, también conocido como el Domingo de Pascua, día en que los cristianos celebran la victoria de Jesús sobre la muerte y su crucifixión. El punto culminante de la Semana Santa nos llena el corazón con un mensaje necesario y alentador: hay vida después de la muerte y esperanza en medio del dolor.