Sin Perdón
El fanático dogmatismo de Sánchez y el gran apagón
«Tenemos en el Gobierno a los peores políticos de la UE. No solo son ignorantes, sino que no quieren aprender»
La mayor enchufada de España, Beatriz Corredor, es solo un peón prescindible para Sánchez. No conozco a nadie que no lo sea, porque el valor a proteger es su continuidad. Es ingenuo pensar que algo perturbará su firme decisión de agotar la legislatura. No hay escándalo o crisis que le aparte de su camino. En los países de nuestro entorno, el procesamiento del hermano del presidente del Gobierno por tráfico de influencias y prevaricación, la desastrosa gestión del gran apagón, la amnistía, la incapacidad de presentar presupuestos, las constantes derrotas parlamentarias, el sórdido escándalo de su exministro Ábalos, las cesiones a los independentistas, la mentira como instrumento de acción política, los ataques al Poder Judicial y la separación de poderes, el intento de controlar los medios de comunicación, el asalto a las empresas públicas y privadas, convertir la televisión y la radio pública al servicio del aparato propagandístico gubernamental, el uso partidista del Ministerio Fiscal, la Agencia Tributaria y la Abogacía del Estado o la investigación que afecta a su mujer o al Fiscal General provocarían la caída del Gobierno. En cambio, España es diferente, ya que se producen todos a la vez y no pasa nada.
Ha provocado un gran interés mediático que los servicios de inteligencia califiquen a Alternativa por Alemania, que es el principal partido de la oposición, como un grupo extremista. El informe considera que vulnera los principios fundamentales del Estado de Derecho, la dignidad humana y el sistema democrático. En cambio, a esa misma izquierda mediática le parece maravilloso que el Gobierno se formara con el apoyo de partidos extremistas que quieren acabar con España, la Constitución y la jefatura del Estado. No es una opinión, sino una realidad objetiva a partir de lo que han hecho y promueven actualmente esas formaciones. Es la misma contradicción que muestra cuando critica el despotismo de Trump y sus órdenes ejecutivas, un instrumento que Roosevelt utilizó de forma abrumadora, y aplaude el autoritarismo de Sánchez con su sistemático abuso de los reales decretos ley. Uno de los riesgos que afrontan las democracias, en estos tiempos tan inciertos y convulsos, son los políticos que utilizan el sistema para imponer sus decisiones sin respetar las convenciones democráticas, laminar la separación de poderes y acallar las voces críticas. Es un autoritarismo inaceptable y un abuso de poder escandaloso.
El gran apagón es una nueva muestra de ese comportamiento. La izquierda pijo-progre defiende una ideología verde que pasa por imponer un modelo basado en una profunda ignorancia del sistema energético. No es una casualidad que la política en esta materia esté liderada por personas que tienen un conocimiento sesgado y limitado sobre el sector eléctrico. Aagesen, Ribera y Corredor, por citar a las «expertas» de Sánchez, no tienen ninguna formación en este terreno ni se les conoce ninguna publicación que avale su capacidad. No hay más que ver la lista de los integrantes del gabinete que organizó Sánchez durante la crisis. La decisión de apostar por las renovables y acabar con las nucleares fue imprudente y carente del rigor científico que sería necesario ante una decisión tan trascendente. Al tratarse de un planteamiento meramente ideológico, que hemos pagado todos los españoles, se consiguió ser líderes en integración de energías renovables hasta el extremo de que ningún país tiene un porcentaje tan elevado y una energía eléctrica tan cara. Un gran número de informes ha advertido del riesgo que corría la red española de sufrir un apagón por desconexiones en cascada, pero la infinita arrogancia gubernamental y de sus satélites los llevó a ignorar esta realidad.
El ritmo de crecimiento de las renovables ha sido impresionante, superando cualquier criterio de racionalidad o prudencia. A estas alturas no sabemos qué sucedió el pasado lunes; la comunicación gubernamental fue penosa y los ataques contra las empresas privadas, una muestra del fanatismo sanchista a la hora de buscar un relato para huir de las responsabilidades políticas, económicas y jurídicas. Una vez más, lo único que importa es el relato. Los expertos señalan que no se han realizado las inversiones necesarias para hacer frente a esta apuesta política por las energías renovables. España cuenta con los mejores ingenieros del mundo y sus empresas tienen un enorme prestigio internacional, como Iberdrola, que es la segunda más importante del mundo, pero tenemos en el Gobierno a los peores políticos de la Unión Europea. No solo son ignorantes en este terreno, sino que no quieren aprender y mejorar. En el caso de que alguien crea que es una exageración, no tiene más que mirar los currículums de los responsables de la energía en los países más importantes del mundo. Por ejemplo, el secretario de Energía de Trump es Chris Wright, que es ingeniero mecánico y máster en ingeniería eléctrica por el MIT y la Universidad de California Berkeley. Es uno de los grandes expertos de los Estados Unidos con una exitosa trayectoria en las empresas del sector.
Sánchez debe pensar que es más listo que Macron y que los franceses no se enteran, porque apuestan por la nuclear. Nosotros sufrimos una estrategia energética dogmática y la Red Eléctrica está presidida por una política inexperta en la materia que actúa bajo tutela gubernamental. Por cierto, es un monopolio. Lo sensato sería revisar el mix energético, reforzar la interconexión internacional, invertir en las infraestructuras críticas, alargar la vida útil de las centrales nucleares y revisar el PNIEC y la Estrategia de Seguridad Energética Nacional. Por cierto, hay que añadir una mayor transparencia, responsabilidad y rendición de cuentas. Como soy pesimista, supongo que Sánchez seguirá abrazado al dogmatismo de la ideología verde y no hará nada salvo insistir en que somos los mejores del mundo gracias a este gobierno de incompetentes.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)