Y volvieron cantando

El «finde» de los «biquiños»

Conviene no olvidar que Díaz acumula en el currículum de su tirón electoral el haber sacado cero escaños al parlamento en los pasados comicios autonómicos gallegos

Hoy sábado Yolanda Díaz se dispondrá a enfundarse el peto y hacer ejercicios y estiramientos por la banda, hasta que el «mister», que ya le ha prometido su confianza desde el banquillo de la Moncloa, la haga saltar mañana domingo en el madrileño polideportivo Magariños para iniciar el definitivo asalto que la convierta en la «prima Donna» de la izquierda española. Esa es la gran aspiración de una ex funcionaria sindical, maestra consumada del oportunismo y del escapismo, con una ambición blindada como el casco de un rompehielos y cada día más convencida de que una confluencia astral fruto de la endemoniada situación en el tablero político nacional puede convertirla en la primera presidenta de la historia de España y de ahí a llenar todos los santos días las portadas de las revistas.

En un momento de especial envilecimiento en la relación institucional dado lo mucho que se juega en el súper año electoral, Díaz ha optado por un discurso almibarado propenso al empalago y nunca apto para diabéticos. Sin ir más lejos no dudaba en finalizar su reciente catilinaria ante los periodistas anunciando la «singularidad cósmica» del domingo 2 de abril con un cariñoso «biquiño» ya saben, ese beso piquito adolescente a la salida del colegio a propósito del que en efecto se podría perfilar cuál es el potencial electorado de la vicepresidenta segunda, no lo duden, los menores de trece años.

Conviene no olvidar que Díaz acumula en el currículum de su tirón electoral el haber sacado cero escaños al parlamento en los pasados comicios autonómicos gallegos y es cierto que suele liderar la valoración de dirigentes políticos en las encuestas… como también ocurría con el bueno de Durán i Lleida. Su condición de «ticket» con un Sánchez maestro en eso de reinventarse la abre de par en par las rampas del portaaviones socialista, pero, más que fagocitar a la feligresía podemita, lo que puede acabar consiguiendo es una brecha que mande muchos miles de votos a la basura, aunque eso ya importa bien poco en los cuarteles de Pablo Iglesias, convencido –sus razones tendrá– de que la llegada de Núñez Feijóo a la Moncloa es irremediable y decidido en consecuencia a convertirse en el verdadero y auténtico referente de futura oposición por la vía del caos, aunque, claro está, más trajinado ya por las debilidades de la casta porque de Vallecas se sale, pero de Galapagar…