Canela fina
Inestabilidad
«Son muchos los políticos que consideran insuficiente la ley d’Hondt y propugnan una reforma de la ley electoral para garantizar la gobernabilidad»
«El efecto más negativo que oprime a un pueblo –afirmó el sabio Konrad Adenauer– es que, reconquistada la libertad, se produzca inestabilidad política, tan inquietante para los ciudadanos».
Tras la II Guerra Mundial, la IV República francesa se convirtió constitucionalmente para muchos teóricos de la democracia en la perfección. Pero en once años, la ciudadanía asistió a 22 elecciones de presidente del Gobierno. En 1958, llamado por el socialista Guy Mollet, el general Charles De Gaulle abandonó su retiro en Colombey-les-Deux-Églises para solucionar la amenaza de los generales Salan y Massu, dispuestos a tomar París con el fin de mantener Argelia francesa. De Gaulle introdujo en la V República una ley electoral que estableció la doble vuelta con el fin de facilitar la gobernabilidad de la nación. Sin duda en las últimas décadas se han producido muchas tensiones, como corresponde al ejercicio de la libertad, pero el sistema lleva funcionando de forma estable desde hace 65 años.
En Alemania no se contempló la segunda vuelta, si bien se estableció que los partidos que no alcanzaran el 5 por ciento del voto nacional quedaban excluidos de la representación en la Cámara Baja. Esa fórmula hubiera dejado fuera en España, tras el 23-J, a las agrupaciones que cuartean hoy la gobernabilidad y solo estarían representados en el Congreso de los Diputados el PP, el PSOE, Vox y Sumar. Y, por supuesto, en numerosas democracias se han establecido diversas cautelas para evitar la inestabilidad. La ley d’Hondt, casi siempre insuficiente, significa el esfuerzo político dirigido a facilitar la gobernanza. En Grecia, incluso, con el fin de mejorar la estabilidad, se otorgan, además de los restos, 50 diputados extras al partido vencedor.
En España, la democracia con la ley d’Hondt ha funcionado correctamente durante cerca de 40 años gracias a que los partidos bisagra han sido los nacionalistas vascos y catalanes en su etapa de moderación. Quebrada la situación estable desde la gestión Zapatero, son muchos los que consideran imprescindible una reforma de la ley electoral. La mayor parte de los políticos prefieren la doble vuelta y no les falta razón. Lo que ocurre es que, en un sistema parlamentario, esa fórmula tropieza con no pocas dificultades. La limitación del 5 por ciento resulta más viable al menos en un primer envite.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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