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Más mentiras sobre la deuda y Pedro Sánchez Tenorio
España, al perdonar parte de la deuda catalana –y casi seguro la de otras Comunidades– certifica que es incapaz de controlar y cumplir cualquier regla fiscal, de equilibrio entre ingresos y gastos
François Rabelais (1483-1553), el padre de «Gargantúa y Pantagruel», decía que «las deudas y las mentiras generalmente se mezclan». La comedia de la negociación para la investidura de Sánchez avanza firme hasta el enredo definitivo, preludio del final feliz, conocido desde el día siguiente de las elecciones. En medio, mentiras, mentiras y más mentiras. Las penúltimas con la deuda autonómica catalana a cuestas. El futuro Gobierno condonará a Cataluña unos 15.000 millones por el artículo 33 y porque Junqueras tenía que apuntarse un tanto que ha cabreado a Puigdemont que, por eso, ha retrasado todo. La amnistía de la deuda, porque es eso, tiene muchos flecos de largo alcance, inadvertidos para la mayoría, también para esos catalanes que creen –sin razón– que pagarán menos. El pacto suscrito entre el ministro Bolaños y el líder de ERC lo que hace es herir de muerte la credibilidad fiscal del Estado español, que lleva implícita la de Cataluña.
España, al perdonar parte de la deuda catalana –y casi seguro la de otras Comunidades– certifica que es incapaz de controlar y cumplir cualquier regla fiscal, de equilibrio entre ingresos y gastos. Todo es muy simple, las Comunidades Autónomas se endeudan, pero al final el que paga es el Estado. Resultado, la deuda autonómica, que son 325.000 millones según los últimos datos del Banco de España, no existe como «activo diferencial», según la jerga del sector, sino que es deuda estatal, que en total suma 1,563 billones de euros con «b» de barbaridad, a pagar entre todos. Ahora, con la quita que se hace, en primer lugar a Cataluña, la duda es si el «bono» español, que es como se financian las administraciones en los mercados –al año que viene habrá que pedir unos 250.000 millones–, puede ser degradado incluso a cerca de lo que se llama «bono basura», lo que significaría que los tipos de interés que habría que pagar serían mucho mayores. No es la única opción, ni siquiera la peor. Quizá lo veamos. Mientras por Cataluña, en las redes sociales, circula una divertida comparación en catalán, obra de Albert Soler, entre el Tenorio de Zorrilla, insigne mentiroso, que presumía de «un día para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas y una hora para olvidarlas», y Sánchez para quien un día la amnistía era una línea roja; otro, lo mejor para todos y una hora después no recordaba lo que opinaba al principio. Pedro Sánchez Tenorio, el ideólogo de que la mentira es cambiar de opinión, sobre todo cuando se necesitan votos. La deuda y la mentira, es obvio, ya están mezcladas como decía Rabelais.
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