El buen salvaje

Sí es sí: más presupuesto y más víctimas

Si el número de víctimas sube a la par que el aumento de presupuesto sería lógico colegir que este equipo tan guay no es que no esté haciendo bien su trabajo sino que fracasa de manera estrepitosa

Nos tenemos tanto asco a nosotros mismos que, como no podemos escupirnos sin parecernos aún más asquerosos, lo hacemos a los demás, vertiendo un líquido espeso de furia que se va concentrando con el tiempo. Odiar requiere mucho esfuerzo, tanto que a veces no se odia más, no por falta de ganas, sino porque no todo el mundo concentra la energía suficiente. Odiar no es quererse al revés, es nuestra manera de querernos.

Ya lo era, pero en los últimos días las redes sociales se han convertido en un plato de bazofia a cuenta de un cierto feminismo que a la que te descuidas te descuartiza si no transiges con todo lo que vocifera. De fondo hay poco importante, la chicha no interesa porque sería meterse en lo que de verdad hay que solucionar así que se se ha decidido por votación popular elucubrar sobre gilipolleces y destrozar a personas que pasaban por allí. Por ejemplo, la idea de Pam de que ya no se salude a las mujeres con dos besos. Digo yo, Pam, y por qué no hacemos un planteamiento inverso y proponemos que se besen los hombres. Lo único malo, y algo repulsivo de los dos besos, los dé quien los dé, es dejarlos en el aire sin que el pómulo lo note. Los besos de las pititas y los pititos dejan un vacío como de falso amor que el exceso de maquillaje no puede suplir.

Pero a lo que vamos, a lo que sí importa. La estadística de mujeres muertas por violencia machista engorda. Veinte entre junio, julio y agosto, el doble que en los mismos meses del año pasado. El presupuesto del negociado de Igualdad ha pasado de 181 a 573 millones, pero, ya digo, a Pam le pone sin embargo lo de los dos besitos, que viene a ser una secuela del gran beso, de la gran revelación rubialesca. Si el número de víctimas sube a la par que el aumento de presupuesto sería lógico colegir que este equipo tan guay no es que no esté haciendo bien su trabajo sino que fracasa de manera estrepitosa mientras nos da lecciones de cómo hay que cambiar el mundo en cómodos plazos.

Que las mujeres muertas solo importen cuando es una administración de derechas la que tendría que velar por que estuvieran vivas es también otra manera de odiarlas. Que no se abran otras vías para que estén vivas es también una forma de odio por defecto. Ese su narcicismo se convierte en veneno porque, catado empíricamente que no funciona, continúa pavoneándose entre las esquelas. Esa negra hoja de servicios es otra forma de odio por inoperancia. Más dinero y más víctimas, esto sí que sí es sí.