Opinión

«La monja de las llagas»

La Historia de España del siglo XIX es uno de los tiempos más complejos de estudiar, describir e interpretar por los historiadores y especialistas en la materia

La Historia de España del siglo XIX es uno de los tiempos más complejos de estudiar, describir e interpretar por los historiadores y especialistas en la materia. Existe una amplia historiografía sobre ese periodo escrita de la mano de la masonería que sin duda tuvo un señalado protagonismo en él a través de su destacada influencia en la política del momento de la mano de los liberales y los «exaltados», más tarde denominados como «progresistas», (y así, hasta ahora). Precisamente este cambio de denominación fue debido a Salustiano Olózaga, destacado político, lujuriosamente enamorado de nuestra protagonista –la hermosa joven María de los Dolores, en religión Sor Patrocinio–, Concepcionista Franciscana fundadora de 19 conventos y personaje señalado del siglo precisamente por la persecución a la que fue sometida por no plegarse a la petición de matrimonio de Olózaga en previo contubernio con la madre de «la monja de las llagas». Al igual que a grandes santos –san Francisco de Asís, y san Pio de Pietrelcina (el Padre Pio) entre otros–, privilegiados con la impresión de las llagas de Jesucristo en sus manos, pies y costado para vivir más cerca de Él su Pasión, Sor Patrocinio tuvo esa extraordinaria experiencia, –además en su cabeza–, durante sesenta años. La coincidencia de su vida con los turbulentos años de las guerras carlistas y con el despechado e influyente Olózaga la convirtieron en blanco de sus ataques acusándola de falsaria y de promover la causa del Pretendiente, hermano de Fernando VII, sufriendo persecución, destierro, reclusión y todo tipo de vejaciones. Su vida asimismo es inseparable de dos mujeres: una la Madre de Dios, aparecida en el Convento del Caballero de Gracia de Madrid donde ella vivía, el 13 de Agosto de 1831 como la «Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordia», aparición reconocida por Gregorio XVI mediante Bula papal. La otra mujer fue Isabel II, de quien será amiga entrañable y consejera –exclusivamente espiritual– como la Reina misma enfatizará en su declaración cuatro meses antes de fallecer en su exilio forzado de Paris en enero de 1904, en el proceso de beatificación de Sor Patrocinio. Javier Paredes, catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, es el indiscutible biógrafo de la monja a la que ha dedicado gran parte de su vida académica y de investigación con diversos trabajos, el último de los cuales es una extraordinaria edición intitulada «Las llagas de sor Patrocinio», que aporta una prueba definitiva acerca de esos estigmas cuyos detractores pretendieron falsos y provocados por Sor Patrocinio «para hacerse valer». La verdad, una vez más, «padece, pero no perece». Hablaremos más acerca de su admirable vida.