El trípode del domingo

Odio a la fe

El CIS publica los resultados de los barómetros sociológicos relativos a las creencias de los españoles, que anualmente ha venido elaborando y que constituyen una serie histórica estadística de gran valor

El CIS publica los resultados de los barómetros sociológicos relativos a las creencias de los españoles, que anualmente ha venido elaborando y que constituyen una serie histórica estadística de gran valor. Son prácticamente cuatro décadas de estudios que acreditan básicamente dos realidades que se han ido conformando de manera lenta pero continuada a lo largo de estos años. La primera es que son absolutamente mayoritarios los españoles que se declaran católicos en respuesta espontánea a la pregunta de cómo se definen en materia de creencia religiosa, seguidos de los que se definen como agnósticos, ateos no creyentes de ninguna religión y, por último, de quienes se reconocen creyentes de otras religiones y en particular últimamente del Islam.

La segunda conclusión es que la cifra de quienes se definían como católicos en la década de los 80, en cotas cercanas al 90%, ha ido cayendo hasta apenas rebasar el 60% últimamente. Es la clara plasmación de la apostasía que ya denunciara en 2003 Juan Pablo II tras el Sínodo de la «Iglesia en Europa» celebrado en 1999 como preparación para el Gran Jubileo del año 2000. En aquel momento, el Papa calificó de «silenciosa» aquella pérdida de fe, que sin duda hoy, 20 años después, es pública y ruidosa.

En el conjunto de Europa, sin duda alguna España es la nación cuya identidad histórica y nacional ha sido más marcada por el cristianismo, puesto a prueba en coyunturas tan extremas como los casi ocho siglos de invasión musulmana, finalizada con su expulsión, y seguida inmediatamente ese mismo año 1492, de su misión evangelizadora de América. Sin olvidar que simultáneamente fue el principal valladar espiritual y militar de la denominada Contrarreforma frente a la expansión del cisma protestante en las guerras de religión que durante los siglos XVI y XVII asolaron el continente europeo de la antigua Cristiandad.

Pese a la abrumadora realidad de nuestras raíces cristianas, sin las cuales no se puede tener una «Idea de España» acorde con su «ser nacional e histórico», la izquierda política española ha sido –y por desgracia continúa siendo– profundamente antirreligiosa cristiana que, en ella, es sinónimo de católica. La persecución religiosa durante la II República y la Guerra Civil es considerada como la mayor de las padecidas por la Iglesia en su bimilenaria Historia, superando a las de Nerón y Diocleciano, a las de la Revolución Francesa y bolchevique y a las de los Cristeros de México.

Ahora la persecución es menos sangrienta, pero más sofisticada, como la realizada con las encuestas del exfraile religioso, Ángel Gabilondo.