Quisicosas
Pam y el satisfyer
Salir de uno mismo y abrazar a los demás implica desde luego un esfuerzo loable. Y el proyecto de pareja tiene mucho de esto
Sabía que tenía amigas ingeniosas, pero el despliegue con lo del satisfyer ha sido hilarante. Hubo quien lo compró en el extranjero. Quien lo pidió por internet a nombre de otra persona de la casa, para disimular con el cartero. Quien encargó a otra que se lo comprase. Más de un matrimonio cuenta que se ha beneficiado del aparato en cuestión. No sabría decir si une o separa. Por eso no le di importancia al «post» de la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, publicitando el satisfyer y subrayando que se trataba de una «máquina para matar fascistas». Parecía un gesto gracioso, destinado a subrayar la bondad de las relaciones sexuales. Pero, días más tarde, cuando expresó su preocupación por la encuesta que revelaba que el 75 por 100 de las jóvenes y mujeres prefiere las relaciones con penetración, percibí cierta obsesión.
Los conocidos de Pam, que así llaman a esta señora, la definen como vehemente e imprudente. A su favor tiene que defiende lo que cree. Es la misma chica que deseó a Abascal que hubiese sido abortado por su madre y que bromeó con la salida de los violadores a las calles por culpa de la ley el «sí es sí» que sacó su Ministerio.
Pam es lesbiana y vive con otra asesora de Irene Montero. Comprendo que no le interese la penetración heterosexual, pero la alertaría sobre el peligro de extender los propios juicios al común de la sociedad. Para empezar –como escribió Carlos Boyero en El País– debe abandonar toda esperanza de que las mujeres dejemos de desear a los hombres, porque es luchar contra la naturaleza de las cosas. Pero, además, podría reflexionar acerca del supuesto progresismo de sus propuestas porque, inevitablemente, el onanismo es egocéntrico. Creía yo que la izquierda hace bandera de la solidaridad, de tender la mano al otro, buscar la justicia social y la comunión de bienes. Salir de uno mismo y abrazar a los demás implica desde luego un esfuerzo loable. Y el proyecto de pareja tiene mucho de esto. Dejar de pensar exclusivamente en uno mismo y esforzarse en tender puentes –también sexuales– hacia el otro. No sé, a mí me parece el colmo del individualismo capitalista promover la autosatisfacción solitaria y publicitar el más acabado utensilio masturbador como modelo de felicidad. Da la impresión de que los extremos se tocan, el egoísmo extremo de la propiedad privada como norma absoluta y el comunismo «pro» de este Podemos. Los que abominan de cualquier corrección social del egoísmo económico se acercan a los que, en su lucha contra el machismo, reproponen el egoísmo.
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