A pesar del...

Poderes de los bancos centrales

A pesar de lo parece, Powell y Lagarde no son tan diferentes. El primero dice que no bajará tipos hasta ver qué pasa, y la segunda que no los bajará más hasta ver qué pasa

Un poder de los bancos centrales es haber convencido a mucha gente de que son guardianes responsables de su dinero, asombrosa idea, dado que los Estados imponen a sus súbditos mediante los bancos emisores unas monedas que a continuación sistemáticamente devalúan.

No lo hacen generalmente en elevados porcentajes, y por esa razón la gente no los critica; incluso los aplaude cuando la inflación anual es, digamos, un 2 %. Es la misma gente que protestaría indignada si el Estado les quitara todos los años, digamos, el 2 % de su casa. La inflación hace lo mismo con su patrimonio monetario.

Otro poder es haber hecho creer a multitudes que cuando establecen un tipo de interés de referencia están fijando «el precio del dinero». En realidad, solo pueden establecer la oferta monetaria, lo que hacen normalmente algo por debajo de la demanda, y por eso la inflación es de un dígito y no más. Esa inflación, o más bien su inversa, es el precio del dinero. El tipo de interés, en cambio, lo es del crédito, que depende de la oferta y demanda de fondos prestables, o de la inversión y el ahorro.

Como dice el economista argentino Aldo Abram, cuando los bancos centrales mueven los tipos de referencia en realidad están indicando lo que piensan hacer con lo que de verdad controlan directamente, la oferta de dinero. Sobre el tipo de interés y el tipo de cambio solo pueden ejercer una influencia indirecta, a pesar de lo que los políticos proclaman cuando aseguran simplistamente que basta una rebaja de ambos para hacer crecer la economía y volverla más competitiva.

Al bajar los tipos, los banqueros centrales sugieren (pero no dicen) que subirá la inflación y se depreciará la divisa. Si esto sucede, el interés terminará por bajar finalmente. Si suben los tipos, sugieren (sin decirlo) que la oferta monetaria se frenará y la divisa de apreciará, lo que finalmente también podrá tener un desenlace opuesto.

A pesar de lo parece, Powell y Lagarde no son tan diferentes. El primero dice que no bajará tipos hasta ver qué pasa, y la segunda que no los bajará más hasta ver qué pasa.

En ambos casos, los absurdos aranceles de Trump les sirven de excusa sobre la recesión y la inflación. El mejor amigo del hombre no es el perro sino el chivo expiatorio.