Cargando...

Canela fina

Los Presupuestos del Estado y sus fuegos

«La disminución de instrumentos para extinguir incendios y de dinero para los bomberos deriva en parte de que no hay PGE»

La ley de más relieve que cada año tiene que sacar adelante el partido que en una democracia, tras ganar las elecciones, se encarama en el poder, es la de los Presupuestos Generales del Estado. No quiero generalizar, tampoco multiplicar la tragedia de los incendios veraniegos que atormentan a España. Son múltiples las causas y complejas las soluciones. Pero una parte de lo que está sucediendo se debe a que no hay Presupuestos y se han reducido los instrumentos de extinción y las partidas económicas.

El PSOE sanchista lleva tres años cargando sobre los hombros los mismos presupuestos. En contra de lo que ordena la Constitución, ni siquiera presenta los nuevos para su aprobación o rechazo. Sánchez ha vinculado la legislatura al apoyo de una veintena de partidos: los quince de Sumar más Podemos, los separatistas de izquierdas, Bildu y ERC, y los separatistas de derechas, PNV y Junts. Y cuando se da cuenta de que le va a fallar alguna de las patas del ciempiés parlamentario, ni siquiera presenta ante el Congreso de los Diputados los proyectos de ley porque piensa que el ridículo será menor.

En las democracias europeas, cuando un partido no consigue aprobar los Presupuestos Generales del Estado, el presidente del Gobierno dimite y se convocan nuevas elecciones generales para que el pueblo decida. “Alterar los procedimientos democráticos -escribió De Gásperi- significa socavar a la propia democracia”.

Trabajos de prevención durante el invierno, mayor aumento de aviones y helicópteros y más dinero para pagar la contribución humana de los bomberos forestales, no hubieran impedido que se produjeran incendios, bien por causas naturales, bien por la acción criminal de los pirómanos. Pero habrían disminuido, evitándose una parte de las pérdidas, las zozobras, las muertes y la desolación a la que se ha conducido a un país atónito.

Pedro Sánchez, consciente de que permanecer en Moncloa sin Presupuestos Generales constituye un ejercicio circense, ha lanzado a todas sus terminales a negociar con la veintena de partidos que le sustentan, pagando lo que haga falta y haciendo concesiones que hieren la dignidad nacional. Carlos Puigdemont, el prófugo golpista, se frota las manos y está dispuesto a someter al más duro chantaje a Sánchez. Parece claro, en fin, que en el otoño se encenderán otros fuegos, los fuegos políticos que pueden resultar también devastadores.

Luis María Anson, de la Real Academia Española