Escrito en la pared

Proteccionismo integral

El comercio mundial va a experimentar una importante reducción y a ella acompañará una crisis que se llevará por delante una buena parte del empleo

Los damnificados de la globalización en Estados Unidos deben estar eufóricos con la política económica del presidente Trump. El proteccionismo integral se va imponiendo contra el medio siglo de liberalización de los mercados, construcción de reglas de libre comercio y apertura financiera de las economías sustentada sobre la libertad de movimientos de capital –coincidente con severas restricciones sobre los flujos migratorios–. Que ese medio siglo haya conocido avances históricos en la difusión del desarrollo económico, la reducción de los niveles mundiales de pobreza y la ampliación de las clases medias en los países que otrora configuraron el Tercer Mundo ya no vale como argumento en favor de la globalización porque allá, en el Primer Mundo, una proporción relevante de aquellos damnificados ha logrado llevar a la cumbre de la política las viejas ideas decimonónicas que, de la mano de Friedrich List, impusieron la protección para impulsar, sobre la sustitución de importaciones, la llamada «industrialización tardía» que acabó configurando la mayor parte de la Europa desarrollada. ¿Por qué no repetir ahora aquella remota experiencia?, se preguntan. Y ahí tienen la respuesta: América primero, que los de fuera vengan a producir en América.

La cuestión es que, dada la complejidad a la que han llegado los sistemas productivos, con cadenas multinacionales de suministros, con división internacional de tareas y con sistemas logísticos avanzados, el proteccionismo va a destrozar lo construido en la era de la globalización. Los viejos economistas valedores de la protección, con Keynes a la cabeza, conocieron un mundo mucho más sencillo en el que las restricciones al comercio estaban acompañadas del control de cambios y de una regulación estricta de las inversiones internacionales. No ignoro que, entre los que defienden ahora el trumpismo, tal vez haya una añoranza de ese pasado; pero volver a él se me antoja más destructivo que constructivo. Sin duda, el comercio mundial va a experimentar una importante reducción y a ella acompañará una crisis que se llevará por delante una buena parte del empleo. En ese escenario, volverán las tensiones nacionalistas, se exacerbará la confianza en el poder del Estado y volverán, tal vez, los regímenes autoritarios. Nada de ello es deseable. Y habrá que aprestarse a defender otra vez la democracia.