Los puntos sobre las íes

En el PSOE va a caer hasta el apuntador

La UCO ultima un informe cuyo epicentro es Santos Cerdán, el sucesor de Ábalos en Ferraz

La obra maestra de los más grandes periodistas de la historia, Woodward y Bernstein, no es en contra de lo que pueda parecer ese «Todos los hombres del presidente» que luego se llevó al cine. El mejor libro de los tipos que destaparon el Watergate es desconocido para el gran público pero no por ello deja de resultar apasionante: «Los días finales». En esta obra se desgrana la decadencia del único presidente estadounidense que ha tenido que dimitir por corrupción. Cada día era peor para Richard Nixon que el anterior pero indiscutiblemente mejor que el siguiente. Es el retrato de un hombre psicopatizado, que tira contra todo y contra todos, que cree que el envite se puede remontar cuando no hay nada que hacer y que se considera víctima de la mayor de las injusticias. Así fue también el final de un Felipe González acorralado por la mangancia de sus colaboradores y el terrorismo de Estado y así está resultando el vía crucis definitivo de un Pedro Sánchez que cada vez que habla en público se presenta como si nada hubiera pasado, como si fuera el objetivo de un complot y no el resultado de sus corruptelas. Ahora la palabra de moda en Ferraz es lawfare, el concepto que el neocomunismo mundial se sacó de la chistera para achacar sus penurias a una persecución y no a sus conductas delictivas. Con recordar que es el término preferido de Cristina Fernández, Maduro y Daniel Ortega queda todo dicho. Está todo inventado: se trata simplemente de aplicar el manual del spin doctor de Hitler: Joseph Goebbels. Sánchez está políticamente muerto y no tengo ninguna duda de que por mucho trastorno de la personalidad que padezca, que lo padece, habrá momentos del día en los que es consciente de que dirige una organización criminal y que sus días en Moncloa están contados. Hasta el momento han acabado en la cuneta por trinque o por conductas éticamente impresentables José Luis Ábalos, Koldo García, la anterior número uno de la Guardia Civil María Gámez y esa exdirectora del Instituto de las Mujeres de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero las próximas semanas van a constituir un calvario del que dudo que salga vivo este Gobierno. La suerte está echada. La UCO, los patas negras de la Guardia Civil especializados en delincuencia organizada, ultima un informe cuyo epicentro es Santos Cerdán, el sucesor de Ábalos al frente de los apparatchik de Ferraz. El número dos de facto del PSOE cuenta con todos los boletos de la tómbola para acabar imputado, con toda seguridad procesado y eventualmente condenado. Más allá de la denuncia de Víctor de Aldama, cuyas revelaciones se están demostrando ciertas, hay otras pruebas incontrovertibles encima de la mesa. Los 15.000 euros en billetes que le entregó el empresario extorsionado son el chocolate del loro al lado de lo que aparece en las grabaciones que le hizo su alumno Koldo. El monotema se reduce a un término: comisiones. No en vano, el electricista navarro es el responsable de la no muy limpia financiación socialista. En el camino al infierno no estará solo: le pueden acompañar Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, que siendo barones autonómicos compraron mascarillas a la trama liderada por el lugarteniente de Sánchez. Me temo muy mucho que acabaré ganando a José Luis Martínez-Almeida la apuesta que hicimos antes de Navidad acerca de la longevidad del autócrata. Él decía que agotaría la legislatura, yo que caería antes de irnos de vacaciones. Hay en juego una cena en ese templo gastronómico madrileño que es Kulixka. Me temo que las angulas las va a pagar el alcalde.