Opinión

Lo que pasará el 24J

Sánchez intuyó lo que estaba pasando y decidió, en lugar de ganar las elecciones, lo que debería ser la lógica en campaña electoral, ganar el PSOE, si las previsiones se cumplen.

Los cuadros intermedios del PSOE, que tienen muy buen olfato para estas cosas, dan por amortizado a Sánchez. La única duda que les queda es si, llegado el momento, será rápido o si ofrecerá resistencia.

Los resultados del 28 M y los cálculos de cómo puede variar el voto PSOE a la baja sin el efecto movilizador de alcaldes y presidentes autonómicos, son los elementos que les lleva a pensar que Sánchez perderá el gobierno.

Sánchez intuyó lo que estaba pasando y decidió, en lugar de ganar las elecciones, lo que debería ser la lógica en campaña electoral, ganar el PSOE, si las previsiones se cumplen.

En este momento, la batalla entre Sumar y Podemos ha dejado de ser un problema para el líder socialista para convertirse en su mejor baza de cara a lo que ocurrirá el 24 J, después de las elecciones legislativas.

Espera dar un mordisco al electorado desencantado que apoyó a los podemistas y, al mismo tiempo, fidelizar todo el voto PSOE que pueda. El objetivo es reducir al máximo la pérdida de escaños y responsabilizar de la pérdida de gobierno a los que están a la izquierda del PSOE.

Las listas que está elaborando, configuradas con los fieles y algunos candidatos que han sido derrotados en las municipales y que será, presumiblemente, su guardia pretoriana.

Pedro Sánchez ha generado muchas aversiones y, ahora, intenta cicatrizar heridas a golpe de huecos en las candidaturas. La incorporación de los que fueron defenestrados en otro tiempo, como Carmen Calvo o José Luis Ábalos son ejemplos manifiestos de que quiere diluir al máximo lo que podrían ser voces críticas.

La gran fortaleza de Sánchez siempre ha sido saber moverse tácticamente para no perder el poder, sin embargo, esta vez es diferente. El problema del PSOE no es Pedro Sánchez, sino lo que representa que se resume en la polarización en bloques de la sociedad, la errónea interpretación de la configuración del Estado, la ruptura con el principio de coherencia y el desdibujamiento ideológico de la organización que mejor ha vertebrado España durante muchos años.

En 1978, más del 90% de los parlamentarios apoyaron la Constitución Española. Hoy hay más de un 40% que votaría en contra. El 24 J pasarán cosas en el PSOE porque en España es necesario un Partido Socialista que devuelva la cordura a las instituciones, la fortaleza al Estado y mande a los radicalismos de derecha e izquierda a su casa.