Insensateces
Reglas
Estos días, en los que esperamos al nuevo Papa, le recuerdo a Francisco en sus últimos tiempos. Había perdido varios dientes y, sin embargo, no se ahorraba una sonrisa.
Estos días habrá nuevo Papa. Y tendremos que acostumbrarnos a sus formas, a su manera de comunicar, a su carácter. Entonces, porque la vida también va de regenerar las heridas, pasará a segundo plano el cura Jorge. Este puente largo en Madrid, una amiga ha perdido a su padre. También cercano, también bueno, también cálido. Y también se fue dejando un recuerdo de paz, de cariño y de armonía. Eran lágrimas de amor, pero no de tristeza, sino de suerte. En el cabezal de su cama había un Rosario bendecido por Francisco. Son cosas que pasan y que cuadran. La bondad coincide. Primer mandamiento.
Estos días, en los que esperamos al nuevo Papa, he visto mucho en la tele y en los medios a mi amiga Paloma García Ovejero, la que fuera Viceportavoz del Vaticano durante tres años junto a Bergoglio. Lo dejó, pero lo ha continuado de alguna forma en su manera de mantener la alegría de ese sacerdote del Barrio de Flores de Buenos Aires y ahí sigue, explicando con una sonrisa que la fe es la bendición, que tenerla y mantenerla es el camino, que la Palabra de Dios no se puede transmitir sin júbilo, sin euforia, sin regocijo. Y sin humor, sin mucho humor. El segundo.
Estos días, en los que esperamos al nuevo Papa, me doy cuenta de la suerte de tener amigas con convicciones religiosas tan fuertes. Servidora, con vaivenes en el alma, encontró en Francisco de nuevo el ancla, el sostén, el hogar. Un hombre sin artificios, sin pretensiones, un maestro de escuela que nunca quiso ser catedrático de nada, pero que me ganó con su magisterio accesible, completo, directo y simple. Lo que no se puede ser en la vida es cursi. Tercero.
Estos días, en los que esperamos al nuevo Papa, le recuerdo a Francisco en sus últimos tiempos. Había perdido varios dientes y, sin embargo, no se ahorraba una sonrisa. La de cosas hermosas, infinitas, indelebles y eternas que nos ha dejado este cura, este padre, este señor achuchable que era este Pontífice al que será muy difícil de olvidar. Y habrá que proponérselo. Y ya le ponen Vds número a este mandamiento.