El buen salvaje
Sacos de mierda
La mierda hablada es vulgar. Una pena que nos represente un fan del señor mojón y no un seguidor, no sé, de los Borgia
Cuando hay tanta mierda sobre la mesa lo mejor es levantarse y huir lejos de allí, como un Nino Bravo con diarrea. Huyamos, pues. No hay alternativa. La mierda se ha convertido en el «icono» del momento político, tan de moda que el que no la mezcla en la lengua zafia con una pizca de ácido queda fuera de este momento escaparate marrón. Lo mejor, creen, es utilizar palabras en transitivo intestinal para tapar las pocas rendijas por donde respira todavía el sentido común.
Cuando el ministro de Transportes, el señor Óscar Puente, llama «saco de mierda» al tal Vito Quiles, al tal porque es otro que tal, está esparciendo su máquina del fango a ver si el común confunde al agitador cansino con un periodista de la oposición. Mierda eres, en mierda te convertirás y te mereces una ley que te limpie bien el retrete de la información. Con una pega: toda la bancada periodística no padece el baile de san Vito (Quiles), es más, buena parte lo censura, pero la ministerial, sin embargo, aplaude al (re) selvático animal o, al menos, nadie de su entorno castiga sino que hostiga para que la mierda, la de Yolanda Díaz también, llegue a su fin y desemboque.
Para retirar este hedor necesitamos a ministros que se preocupen por arreglar carreteras de mierda por las que circulamos cada día acordándonos, encima, de que pensaron en cobrar un peaje. A un bulo o un exabrupto no se responde con otro. Eso lo sabe el ministro. Es bestia, pero no tonto. Por eso cobra fuerza en esta cabecita loca la teoría de que detrás del váter hay una legión de caganers redactando una ley mordaza a la medida, como si la vida real fuera lo que sucede en X y no un espejo normal en el que te miras y ves a una persona a la que hoy no le apetece o va estreñida y que, en definitiva, está harta de que no se tengan en cuenta las formas. Hasta para asesinar hay que pensar en el decoro y la educación. Contar con un equipo que recoja la sangre y no deje rastro. La mierda hablada es vulgar. Una pena que nos represente un fan del señor mojón y no un seguidor, no sé, de los Borgia.
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