
Y volvieron cantando
Salvar a la soldado Díaz
La vicepresidenta abandonó su liderazgo orgánico en Sumar y ahora solo le queda la potencia de tiro que le confiere su silla en el Consejo de ministros
Una cosa es que no se traguen –que no se tragan– y otra que no se necesiten –que se necesitan–. Lo de la tributación del salario mínimo probablemente se acabará arreglando por la cuenta que les trae, escenificaciones aparte ante la prensa. Encuestas como la publicada el lunes por este periódico vienen a resultar inmisericordes para Sumar, que nació con vocación de situar una mujer comunista en La Moncloa y ahora bracea en el abismo del 5% o lo que es igual –pregunten a Rivera o Arrimadas– ante la tesitura de no conseguir grupo parlamentario en unas elecciones enfilando el camino hacia la nada. Todo un problema para el PSOE sabedor de que, aun manteniendo su suelo electoral a costa del descalabro de la formación de Díaz, ve descartada cualquier posibilidad para una reedición del bloque social-comunista y sus variopintos socios.
La vicepresidenta abandonó su liderazgo orgánico en Sumar y ahora solo le queda la potencia de tiro que le confiere su silla en el Consejo de ministros. Un elenco de descalabros electorales incluida su tierra gallega –donde ya era bastante conocida– a lo que se añadía el escándalo Errejón han supuesto la puntilla para una formación alimentada en origen desde las palancas del poder en el Gobierno de coalición, pero manifiestamente renqueante a la hora de hilvanar una consistente carga ideológica fundamental en cualquier partido político que se precie. Sánchez y su guardia pretoriana no tardaron en colegir que esa intrépida política señalada por algún «cerebrito» de la demoscopia como futura presidenta del Gobierno, en realidad lastraba una inconsistencia solo proporcional al número de muertos vivientes en el entorno de la izquierda –Pablo Iglesias a la cabeza– que la estaban aguardando en un oscuro callejón. Sin embargo, ahora es tarde para la recomposición de ese espacio, sobre todo porque los nombres que han sonado para sustituir a Díaz al frente de Sumar no son precisamente un dechado de garantías, ergo, la única vía posible es administrar a la vicepresidenta la respiración asistida concediéndole el papel de prima donna en la reducción de la jornada laboral y dándole carrete para generar desde el Ministerio de Trabajo el suficiente humo que justifique muchas comparecencias públicas tras los Consejos de ministros –incluidos sainetes como la rueda de prensa de este martes–. Con Sumar no se suma y eso es lo que eriza el vello monclovita.
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