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«De Bellum luce»

Sánchez y el amor ciego de su electorado

Está por ver si esa condición de Sánchez como novio eterno de su electorado todavía puede tener algo que decir en el rumbo de la política española en los próximos meses, aunque en el PSOE ya no le vean capaz de enamorar ni a su mujer

Escuché la semana pasada a Ignacio Urquizu, del que siempre aprendo, explicar en La Sexta, en Al Rojo, que los votantes del PP son muy críticos con la gestión de su partido de los incendios, pero que no ocurre lo mismo con los socialistas. Y añadía, sobre la base de sus conocimientos como reputado sociólogo, que esto mismo se puede extrapolar a otros temas. Conclusión, los votantes del PSOE viven en un estado permanente de enamoramiento de su líder, y no hay engaño, deslealtad o infidelidad que les siente a cuerno quemado. Mientras que a Alberto Núñez Feijóo no le perdonan ni una.

El contraste entre el conformismo de un electorado y la permisividad del otro deja la duda sobre hasta qué punto influye en estas diferencias la sombra que proyecta desde su sofá Santiago Abascal.

Aquellos que están en las máquinas demoscópicas de los partidos explican esta asimetría en tres factores. El primero, la narrativa. El PSOE, con su debilidad parlamentaria y política a cuestas, sigue siendo capaz de colocar el relato a los suyos. El segundo, radica en la capacidad de Pedro Sánchez de conectar emocionalmente con su base. Y el tercero, la psicología del votante: el elector progresista es más indulgente con los fallos de su líder porque lo que más le importa es que les sirva de escudo frente a la extrema derecha.

Esto lleva a preguntarme por ¿hasta qué punto la capacidad electoral de Sánchez depende más de su victimismo personal que de la gestión? Y, sobre todo, si el PP tendrá capacidad de dar la vuelta al desgaste que le ha dejado los incendios en sus comunidades autónomas. No me cabe ninguna duda de que la siguiente batalla para el PSOE (alineado con Vox) es conseguir que Alfonso Fernández Mañueco quede «prisionero» de Abascal.

El escudo sentimental, en el que continúa parapetado Sánchez, le funcionó en las últimas elecciones generales, y, en Moncloa, sus estudios dicen que es de las pocas bazas que les quedan para enfrentarse a una situación en la que, si nos atenemos a lo que dicen las encuestas, en España hoy hay una abrumadora mayoría de derechas. Está por ver si esa condición de Sánchez como novio eterno de su electorado todavía puede tener algo que decir en el rumbo de la política española en los próximos meses, aunque en el PSOE ya no le vean capaz de enamorar ni a su mujer.