Opinión

Sánchez y Pigmalión

Sánchez, a partir de la votación de la mesa del Congreso y de los titulares de algunos medios de comunicación, ha logrado crear la certeza de que va a conseguir la investidura.

Pedro Sánchez se ha especializado en practicar el efecto Pigmalión, esto es, la profecía que se autocumple. Consiste en construir una ficción que responde a sus deseos e intereses y, a continuación, convencer a los demás de que lo real es eso. Si todos actúan como si realmente fuera a suceder, terminará ocurriendo.

Lo hizo con la moción de censura a Rajoy, en la que resultaba excéntrico que el Partido Socialista pactase con el independentismo y el populismo podemista, pero consiguió que todos lo diesen por hecho antes de que ocurriese. Lo ha vuelto a hacerlo con el resultado del 23 J.

A Feijóo le faltan solo 4 escaños para asegurarse la mayoría absoluta de la cámara pero, pocos dudan de que no va a ser investido. Sin embargo, Sánchez, a partir de la votación de la mesa del Congreso y de los titulares de algunos medios de comunicación, ha logrado crear la certeza de que va a conseguir la investidura.

Sin embargo, del análisis de las elecciones de julio lo más probable era, en principio, una repetición electoral dados los condicionantes de una investidura. Los principales escollos con los que se enfrenta son la ley de amnistía exigida por Puigdemont y el referéndum que los independentistas anteponen como condición sine qua non.

Desde Moncloa, siguen fabricando la realidad virtual que les conviene. Por ejemplo, crea un grupo de expertos que afirma que la futura ley tiene encaje constitucional y se ponen a trabajar en ello.

Sin embargo, existen argumentos jurídicos más que sólidos para pensar que colisionaría con los fundamentos de la Constitución, empezando por la separación de poderes y la igualdad ante la ley y que los tribunales podrían reinterpretar la ley como ocurrió con la modificación del Código Penal.

También existen argumentos políticos para el rechazo a semejante norma jurídica. El independentismo quiere eliminar los nubarrones judiciales sobre los líderes del procés pero, sobre todo, imponer su relato de que las condenas fueron una anomalía democrática en un Estado de Derecho.

Los independentistas han construido su propia realidad ficción y aspiran a legitimarla por el módico precio de 10 escaños. Pero, la única verdad que existe es que la anomalía es el intento de segregación y la declaración unilateral que realizaron ellos, atacando directamente a la norma constitucional y a la normalidad democrática.

Es posible que a Sánchez le parezca un precio justo para seguir en la Moncloa, pero la realidad es que, en esas circunstancias, solo caben nuevas elecciones.