Apuntes
Sánchez, bajo la Prensa canallesca
«La crítica de las actuaciones del poder por parte de los medios no presupone conspiración alguna»
A ver, señores, que el Gobierno nos larga una tesis forense sobre la ineludible obligación de introducir un nuevo artículo en la Ley de Enjuiciamiento Civil a requerimiento de Europa y, ahora, resulta que ni era ineludible ni lo requería Europa. Que el Gobierno se saca de la manga la transferencia de la gestión migratoria a la comunidad autónoma de Cataluña, pero, según le comentan a los sindicatos policiales, eso no significa que los servicios de Extranjería pierdan sus funciones. Que el Gobierno carga contra la Xunta de Galicia por su supuesta pasividad ante el vertido de micro plásticos, pero resulta que el Ministerio de Transportes ocultó o no se enteró del asunto hasta que se convocaron las elecciones autonómicas. Hay más. Los partidos que sostienen al Gobierno tratan de llevar a la opinión pública la idea de un nuevo «Prestige», poniendo en riesgo la industria pesquera gallega, y resulta que hay playas de Tarragona que llevan décadas recibiendo los dichosos pellets sin que en La Moncloa ni en Ferraz nadie haya movido un músculo facial. Que los «jóvenes turcos» socialistas y del BNG inundan las redes de fakes, con imágenes de contaminación de micro plásticos antiguas, tomadas en el sureste asiático o en playas de Texas, pero son los periodistas de derechas los que le tiene tirria al pobre presidente del Gobierno y mienten descaradamente. Uno piensa que para volver a lo de la «Prensa canallesca» del franquismo no hacía falta este viaje, pero, por lo visto, se equivoca. Por supuesto, hay que entender las tribulaciones del Gobierno, las dificultades de sacar adelante una gestión política coherente bajo la presión constante de unos tipos que tienen sus propios objetivos y que no ocultan sus intenciones. Pero desde el Gobierno deberían comprender que a una buena parte de la población le asusta lo que está pasando y se preocupa por el futuro de su Nación. Que ceder a partidos nacionalistas, xenófobos por su propia naturaleza, las competencias de inmigración, sin debate previo, sin los informes técnicos del Consejo de Estado, la Fiscalía o el CGPJ; con dudas fundadas sobre su constitucionalidad y mientras en Cataluña crecen movimientos políticos vinculados al separatismo que exigen la expulsión de los extranjeros, no es una cuestión que se puede despachar con un encogimiento de hombros. Que existe el derecho a la libre opinión, a la crítica de las actuaciones del poder por parte de los medios de comunicación y que su ejercicio no presupone conspiración alguna de los malvados ricos, que se alimentan de la sangre de los trabajadores. En fin, que los socias, de «vulnerables», nada.
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