
«De Bellum luce»
La táctica de Vox, más simple que una piruleta
Feijóo debe proyectar firmeza y conexión con la calle, y abrir paso a perfiles que compitan con Abascal en proximidad, pero no en populismo
Vox tiene una estrategia más simple que el mecanismo de una piruleta, pero que no le va nada mal teniendo en cuenta el resultado que obtiene a cambio del trabajo que le dedica. Se reduce a un mensaje simple y emocional, solo consignas. Y que siempre pone sobre la mesa los debates más incómodos para el PP, a sabiendas de que, si no es Génova, ya habrá alguien dentro del partido que acabe picando el anzuelo y posicionándose del lado que más daño hace a los populares en el objetivo de ampliar la mayoría que consiguieron en las últimas elecciones generales.
Serán los consejos de los gurús electorales. Será el miedo a arriesgar y que algunos de los gurús mediáticos de la derecha les reprochen el movimiento. O, simplemente, será la incompetencia de dirigentes, como la alcaldesa de Jumilla, pero lo cierto es que desde fuera da la impresión de que hace falta un golpe de mano desde la dirección nacional, que marque muy claramente los límites del camino a todo el partido, y que anteponga el interés general de la organización a intereses particulares o personales.
Seguro que los consejeros áulicos del PP saben más, pero, desde fuera, a esta doña le queda la sensación de que Santiago Abascal puede dedicarse a holgazanear porque le basta con activar de vez en cuando los dos o tres resortes de siempre –la migración, la violencia machista o alguno de estos planteamientos simplistas internacionales– para tener resuelta la agenda por semanas.
Desde fuera, parece evidente que el PP necesita respuestas rápidas ante polémicas como la de Jumilla, marcar distancia y reafirmar sus principios propios, evitando silencios que se interpreten como complicidad. Y si hay que perder unos Presupuestos, o incluso una alcaldía o hasta un gobierno autonómico, bienvenido sea en cuanto ayude a hacer creíble, no ya que Feijóo gobernará en solitario, sino que tampoco hará concesiones como la de Jumilla, para sacar adelante sus Presupuestos ni cualquier otra decisión legislativa.
Con la corrupción marcando el debate es difícil meter otros temas en la agenda, pero desde fuera también se percibe que el PP necesita eso que la izquierda llama el voto de la clase trabajadora, para lo que tiene que hacerse con la bandera de políticas socioeconómicas concretas, que mejoren salarios, vivienda y servicios, comunicadas en un lenguaje cercano. Y, por supuesto, Feijóo debe proyectar firmeza y conexión con la calle, y abrir paso a perfiles que compitan con Abascal en proximidad, pero no en populismo.
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