Crisis económica

Andorra, abierta a las finanzas

Andorra ha apostado por un modelo sostenible de crecimiento y negocio, dejando atrás el cortoplacismo de la opacidad, siempre con un marco fiscal muy atractivo

La Razón
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Durante la crisis económica y financiera de 2008 a 2013 –la Gran Recesión es ya su nombre histórico–, se fue introduciendo en todo el mundo la normativa internacional en materia de transparencia fiscal para igualar los estándares bancarios y financieros en todo el mundo. Este impulso fue liderado por organismos internacionales como la OCDE, el G-20 y muy especialmente la Unión Europea (UE). Andorra aprovechó la ocasión para transformar su sector financiero y bancario y homologarse con los países más avanzados. El Principado además introdujo medidas de apertura y liberalización económica como estímulo para su pujante economía. La convergencia en materia fiscal ha conllevado a una mayor igualdad entre instituciones financieras de los diversos estados ya que los distintos actores de la escena internacional pasan a competir con las mismas reglas de juego (level playing field). Compitiendo todos en igualdad de condiciones, son los atributos de capacidad tecnológica y competitividad, y el trasfondo de la estructura fiscal del país, los que sitúan a unos u otros como el destino más atractivo para depósitos e inversiones.

Esa armonización legal también estimula a los países más competitivos a desarrollar la máxima innovación, aumentando al propio tiempo la seguridad jurídica, contribuyendo así a una diversificación de riesgos que proporciona numerosas oportunidades de inversiones, intercambios, y entrada en negocios que antes no existían. En todo lo cual, Andorra ha ido situándose en los más altos niveles con un claro propósito de internacionalización.

En 2016, Andorra y la UE firmaron un acuerdo de transparencia fiscal según el cual se enviará toda la información fiscal a las respectivas agencias tributarias de los ciudadanos europeos comunitarios. Lo mismo ocurrirá con los ciudadanos andorranos que residan en cualquier Estado miembro de la UE. El citado convenio con la UE fue firmado por el Comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, el líder del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, y el ministro de Finanzas de Andorra, Jordi Cinca. En la ocasión, Moscovici manifestó que la transparencia es el instrumento más importante para garantizar el buen tráfico financiero y el Comisario felicitó a los andorranos por «el importante paso dado, que abre la puerta a un nuevo nivel de cooperación fiscal entre Bruselas y Andorra». Sin embargo, este no fue el primer paso dado por Andorra, si no uno de los últimos ya que desde 2012, había venido aprobando un conjunto de medidas para transformar su sector financiero y alcanzar una completa homologación con la normativa bancaria europea.

Así las cosas, en 2016 las solicitudes de inversión extranjera en el Principado crecieron un 9,8 por 100, una clara tendencia al alza que se inició en 2012. Este dinamismo hace de Andorra una de las principales puertas de entrada a Europa para los fondos de inversión internacionales. Esta actividad ha contribuido que el sector bancario gestione, en los nueve primeros meses de 2017 más de 46.000 millones de euros (doce veces el PIB del país lo que da idea de la solidez de la industria financiera).

Moneyval, el organismo internacional perteneciente al Consejo de Europa que supervisa la adaptación de los territorios a los estándares globales de transparencia, en su 5ª ronda de evaluación (2016), hizo recomendaciones para que Andorra profundice en su proceso de mejora del sistema bancario; reconociendo al propio tiempo el compromiso de todos los actores del Principado para la transformación llevada a cabo hasta el momento y el éxito en la modernización del sector. En definitiva, Andorra ha apostado por un modelo sostenible de crecimiento y negocio, dejando atrás el cortoplacismo de la opacidad, siempre con un marco fiscal muy atractivo. Se trata de una apuesta estratégica a largo plazo, que revertirá en un indudable aumento de la competitividad del sector y en un crecimiento sano y duradero. Además, parece que, a mayor competitividad, más talento.