José Luis Requero

Jueces: unos consejos más

La Razón
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Hace días daba en estas páginas unos consejos para opinar sobre los jueces. Como estamos al inicio del curso político y los tribunales seguirán protagonizando no pocas noticias, brindaba esos consejos a los diversos opinadores mediáticos y, por extensión, al ciudadano. Sobre nosotros reina un despiste considerable, y a golpe de opiniones se va forjando la imagen de la Justicia. Ahora completo esos consejos con unos cuantos más.

Primero: aconsejo tener presente que los jueces no estamos para resolver problemas sociales. Estaremos inmersos en ellos y así, por ejemplo, los tribunales castigan a maltratadores, pero no puede exigírsenos que resolvamos el problema del maltrato, la delincuencia juvenil, etc.

Segundo: aconsejo reflexionar sobre esa tendencia de los políticos que ante un problema acuciante dan por finalizada su responsabilidad aprobando una ley. Será un paso útil si la norma goza de buena factura jurídica y, sobre todo, va acompañada de medios para aplicarla. Pero no es admisible desentenderse de un problema apelando al efecto mágico del BOE y a partir de ahí derivar toda la responsabilidad en los jueces. Eso no es solucionar problemas, es quitarse de en medio y convertirnos en pararrayos de las iras e inquietudes ciudadanas.

Tercero: un consejo frente a un topicazo: el corporativismo. El juez español no corporativista. Veamos, corporativismo no es reclamar optimas condiciones de trabajo. Eso lo hace todo grupo profesional. Corporativismo es que un colectivo profesional se apropie de la función que desempeña para su beneficio, creando monopolios funcionales, más cargas y costes innecesarios a los ciudadanos. Por ejemplo, se están desjudicializando no pocos ámbitos pero los jueces no hemos puesto el grito en el cielo. No somos un lobby profesional ni nos parapetamos en grandes principios que lo que esconden son grandes intereses profesionales y económicos.

Cuarto: ligado a lo anterior es aconsejable tener en cuenta que nuestra Judicatura se caracteriza por su profesionalidad, lo que identifico con el compromiso cierto de resolver en Derecho los conflictos que enjuiciamos. ¿Hay jueces ideologizados? Pues sí: algunos hay, para que vamos a negarlo y no ocultan que están en la Judicatura para hacer presente su modelo de sociedad o su ideología incurriendo, ahora sí, en ese corporativismo negativo: apropiarse o servirse de su función para tales fines.

Quinto: aconsejo hacer el esfuerzo de entender cómo funcionan los tribunales. En el anterior artículo aconsejaba no valorar las actuaciones judiciales desde la lógica de la crónica política. Si esto se tiene presente no se dirá, por ejemplo, que la Justicia está en crisis porque un tribunal superior corrige al inferior, o que le «desautoriza» o ni se apelará al tópico «varapalo». Eso es lo normal: son los recursos y para eso sirven, para revisar lo resuelto por ese tribunal inferior. Y lo mismo cuando un juez rechaza lo pretendido por las partes o una parte tan cualificada como es el Fiscal: no desautoriza sino que estima o no sus pretensiones. Nada más

Sexto: otro punto merecedor de consejo, el garantismo. ¿Somos no ya garantistas sino hipergarantistas? No creo, más bien aplicamos un orden jurídico que prevé garantías para las partes, máxime si están en juego libertades. Hay personas muy dadas a planteamientos de «mano dura» o de «dejarse de contemplaciones» o apelan a ese topicazo –otro más– de que los delincuentes entran en los juzgados por una puerta y salen por otra; sin embargo cuando esas mismas personas se ven en problemas quieren contemplaciones, mano blanda y puerta abierta.

Séptimo: un consejo frente a la tendencia a derivar la crítica en exigencia de responsabilidad. Nuestro régimen de responsabilidad es muy exigente y que no haya muchos jueces encausados, investigados, imputados, acusados, procesados, sancionados y demás situaciones infernales no es por esa tópica apelación al corporativismo sino porque no somos un grupo criminógeno, que es como algunos nos presentan. Además, si un juez se corrompe enseguida se descubre.

Séptimo: y ligado a lo anterior un consejo final: seriedad en las criticas. Una decisión judicial errónea o polémica –ésta normalmente mal explicada o mal entendida– no puede aprovecharse para deslegitimar nuestro sistema judicial. Que yo sepa, una ley declarada inconstitucional no lleva a deslegitimar el sistema parlamentario, ni por una decisión municipal anulada se cuestiona la democracia local.