Al portador
Trump, sin saberlo ni que le importe, copia a Sánchez
Nadie de los que se rasgan las vestiduras por la decisión autocrática de Trump con su responsable de estadísticas laborales dijo nada sobre lo que ocurrió en el INE
Ramón de Campoamor (1817-1901), poeta decimonónico estudiado en su día en el bachillerato, escribió aquello de «nada es verdad ni mentira, todo es del cristal con que se mira». Donald Trump, autócrata confeso y feliz, acaba de destituir por el artículo 33 –porque me da la gana– a Erika McEntarfer, comisionada de Estadísticas Laborales y de Empleo –elegida en su día por 86 votos a favor y 8 en contra en el Senado USA–, la versión americana del Instituto Nacional de Estadística (INE) para asuntos laborales. Los últimos datos de paro y empleo en Estados Unidos no son del agrado del inquilino de la Casa Blanca y ha optado por la vieja práctica de matar al mensajero. No es el primero en hacerlo y tampoco será el último. Eso sí, los críticos del presidente americano y, en España, la progresía que se ha enterado del asunto, han puesto el grito en el cielo. Trump, sin embargo, por supuesto sin saberlo –¡faltaría más!– y sin que le importe lo más mínimo, ha transitado por la misma senda que Pedro Sánchez recorrió en España hace algunos años, entonces de la mano de su vicepresidenta económica, Nadia Calviño. No hay nada nuevo bajo el sol. El 27 de junio de 2022, Juan Manuel Rodríguez Poo dimitió, por «motivos personales», cinco minutos antes de ser destituido, de la presidencia del INE. El Gobierno, ya entonces Frankenstein, estaba incómodo con los datos oficiales que publicaba el INE sobre la evolución del PIB –más que modesta– y del IPC –elevados– en esos momentos. Nadia Calviño incluso llegó a defender que había otras formas, más reales, de medir el PIB, métodos que, por supuesto, han quedado archivados en el desván del olvido. En agosto de 2022, el Gobierno de Sánchez nombró a Elena Manzanera Díaz presidenta del INE, hasta entonces y desde 2019 jefa del Instituto Estadístico y Cartográfico de Andalucía. Ni quito ni pongo rey, pero desde entonces, el Ejecutivo no ha tenido encontronazos con el INE y las críticas brillan por su ausencia. Por supuesto, nadie de los que se rasgan las vestiduras por la decisión autocrática de Trump con su responsable de estadísticas laborales dijo nada sobre lo que ocurrió en el INE. Es el «autoritarismo competitivo», del que hablan Levitsky y Ziblatt, autores de «Cómo mueren las democracias», y Lucas Wan, de Harvard. Apuntan como problema el que los autócratas del siglo XXI son elegidos y eso lo complica todo. Trump y Sánchez, quién lo iba a decir, coinciden, y nunca ha sido más cierto que todo es del color –muy sectario– del cristal con que se mira, como escribió Campoamor.