¿Es lo que toca?

No digas: “es lo que toca”.

Como una carga, una fatalidad.

No digas

que la vida nos ha tratado así, sin más.

Pregúntate más bien cómo la estás tratando tú a ella.

Por eso en vez de decir: “es lo que toca”, has de decir: “es lo que toco yo”.

Es lo que puedo cambiar. Es lo que necesita el toque de mi don.

Para eso primero has de decir: “hoy me dejo tocar por Dios”. Su gracia es la que está siempre tocando. Tocando a tu puerta en esta circunstancia para que abras tu vida a Él. Tocando a tu corazón para romper su dureza.

Así serán muchas las vidas que podrás tocar. Las que podremos salvar con ese don único que nos ha sido dado y espera por salir a la luz.

Descúbrelo y ofrécelo.

Multiplica los talentos que hasta ahora no has descubierto. Son tantos que no te alcanzará solo tu breve paso por el mundo para maravillarte. Necesitarás la eternidad. Esa que comienza cuando te acercas la luz que te toca y transforma.

Descubre hoy en cada esfuerzo lo que responde a esos anhelos más puros.

Ofrece lo que eres. Es decir, date a ti mismo.

Y haciendo así, te encontrarás.