Religion

El rostro de la misericordia

La Razón
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La familia, que es la estructura originaria de la vida humana, se encuentra en todas las culturas y en todas las épocas. Durante el mes de octubre, ha sido contemplada por la Iglesia desde esta perspectiva: la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Han sido días de gracia, pues siempre que la Iglesia asume el gesto de vivir el mandato del Señor de «id por el mundo y anunciad el Evangelio», se llena de fuerza y de gracia para tomar impulso y acercarse a la realidad. En este caso, a la realidad de la familia en todos los lugares de la tierra.

¡Qué belleza tiene ese cuadro sinodal que durante estos días he podido contemplar y del que he sido partícipe en Roma! Obispos de todas las partes de la tierra, de todas las razas y culturas, mirando a la familia en los diversos caminos en los que se encuentra y en las situaciones en las que vive. ¿No es esto hacer vida lo que el beato Pablo VI decía proféticamente en la alocución de la última sesión pública del Concilio Vaticano II? «La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio. [...] Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno». Esta corriente se sigue volcando hoy hacia la familia, que es protagonista de la edificación de la ciudad común. Sabe muy bien la Iglesia, porque así nos lo ha revelado el Creador, que la familia no es una institución más, es la principal; tampoco es un asunto privado, es el fundamento de la sociedad. El Papa Francisco, sucesor de Pedro, ha convocado a los obispos, ha consultado a toda la Iglesia, nos ha pedido que no cerremos los ojos y salgamos a los caminos por donde van los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y lo ha querido hacer a través de este Sínodo.

Un camino sinodal que siempre es de escucha, como nos decía el Papa en su discurso en los 50 años del Sínodo: «Hemos experimentado de manera poco a poco más intensa la necesidad y la belleza de caminar juntos»; «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»; «una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar es más que oír, [...] uno escucha de los otros y todos escuchan del Espíritu Santo»; «el camino sinodal culmina en la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como Pastor y Doctor de todos los cristianos: no a partir de sus convicciones personales, sino como testigo supremo de la fides totius Ecclesiae»; «una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones».

¡Qué página del Evangelio mostrada a todos los hombres! Los obispos reunidos en Sínodo en la XIV Asamblea General Ordinaria para salir a todos los caminos, para salir a y en todas las situaciones y culturas en las que se encuentra la familia. Para acercarnos a cada hombre como lo hizo el buen samaritano: ir donde está, mirarlo, curarlo, levantarlo, prestar lo que somos y tenemos para acercarlo a que lo cuiden y curen, y volver a verlo siempre. El encuentro con Jesucristo, el dejarnos aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, da esperanza sólida que nunca defrauda.