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Lleno absoluto en San Pedro
La palabra «Gracias» fue la más repetida entre las 150.000 personas que despidieron ayer a Benedicto XVI. «Le agradecemos su trabajo en el seno de la Iglesia», destacaban los peregrinos en distintos idiomas
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Las palabras que Benedicto XVI pronunció ayer en su última audiencia como Sumo Pontífice calmaron, durante algunas horas, el centro de Roma. Turistas y peregrinos se agolpaban en las inmediaciones de la plaza de San Pedro. Aunque ya se habían repartido 50.000 entradas entre los asistentes, muchos se quedaron sin sitio. Magdalena Muñoz, la matriarca de una familia de 13, es una de las desafortunadas: «Hemos venido desde Puerto de Santa María (Cádiz) y algunos de Canarias para despedir al Papa y esperar que el próximo sea igual de bueno». Su hijo Ricardo, con su hijo de dos años en brazos, explicaba que «habíamos pedido audiencia hace más de ocho meses. Hoy era nuestro día, pero la semana pasada nos avisaron de que se anulaba. Aun así, venimos todos».
Los Muñoz no llegaron a tiempo, pero un grupo de 136 jóvenes del colegio femenino Mater Salvatoris de Madrid sí que consiguieron sentarse. Sus gritos y banderas animaron las palabras que el Papa dedicó a los asistentes. «Hemos llegado a las siete de la mañana porque este momento es irrepetible, junto con la JMJ es uno de los momentos más importantes que hemos vivido», explican entre unas y otras.
No es la primera vez que su profesora vive un momento tan importante: «También estuvimos en la última audiencia de Juan Pablo II, con otra generación, claro». Eso sí, la mayoría de la jóvenes que despiden a Benedicto XVI aseguran que «ya estamos organizándonos para vivir con el próximo Papa la JMJ de Brasil».
En la plaza de San Pedro, entre los cientos de medios de comunicación que buscaban testimonios y pancartas –«¡Te echaremos de menos!»–, las diferencias lingüísticas no importaban: «We are from Vietnam (Somos de Vietnam)», explicaba un reducido grupo de jóvenes que no soltaban la cámara. Es cierto que muchos de los asistentes acudían a la cita como visita obligada dentro de su paso turístico por Roma, pero la mayoría quería demostrar su agradecimiento al que, hasta hoy a las 20 horas, es el guía de la Iglesia. Susana y Marta, dos jóvenes mexicanas que viven en la Ciudad Eterna, acudieron a la audiencia con los trajes típicos de su país. «Nos los hemos puesto para mostrarle al Papa lo mucho que le queremos y que le agradecemos su trabajo en el seno de la Iglesia».
A pocos metros, un letrero de «Gracias» se levantaba entre la multitud. Lo portaban cuatro jóvenes españolas. Cada una procede de un punto de España y de diferentes profesiones. Pero desde que llegaron a Roma, se han unido en su cariño por el Santo Padre: «Ha sabido adaptar su discurso profundo a los que no tenemos tantos conocimientos. Cada una de sus palabras han sido clases reducidas de catequesis», cuenta Marta. «Creo que el que le sustituya debe tener una gran capacidad de transmisión para que la evangelización siga adelante», añade su amiga Eva.
Moderno y cercano
Y es que, como apunta el profesor de Teología Moral de la Universidad Gregoriana de Roma, el jesuita Diego Alonso-Lasheras: «Un Papa debe tener muchas cualidades porque ninguno estamos a la altura de un papel tan difícil». Porque, ¿qué esperan los feligreses del nuevo Papa? «Creo que debe ser un hombre moderno, cercano a los jóvenes», dice Juan, uno de los cinco jóvenes del colegio Nuestra Señora del Pilar que han preferido «vivir un momento histórico cerca del Papa» a quedarse en el hotel. El padre Roberto Sánchez, de México, describe al futuro guía de los católicos: «Debe ser un hombre integrado en su tiempo, con fuerza, salud, vigor... Pero también que se sienta cercano, como un padre, un amigo o un hermano».
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