Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 21 de junio? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica
Hoy los cristianos conmemoran la vida de los santos San Luis Gonzaga y de San Raimundo de Barbastro
El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un registro de los santos y beatos que la Iglesia Católica conmemora a lo largo del año. Cada día del año está dedicado a uno o más santos, a quienes se honra y recuerda por su fe ejemplar, sus obras de caridad y su contribución al cristianismo.
Significado e importancia del santoral
El santoral tiene un profundo significado para los católicos, ya que les permite recordar y honrar a aquellos que han vivido su fe de manera ejemplar. Los santos sirven como modelos de vida a seguir, inspirando a los cristianos a vivir de acuerdo a los valores del Evangelio.
Además, el santoral también es un importante instrumento de evangelización, ya que ayuda a dar a conocer la vida y obra de los santos a las nuevas generaciones. A través del santoral, los cristianos pueden aprender sobre la historia de la Iglesia, la diversidad de expresiones de la fe y la riqueza de la tradición cristiana.
Los santos que se celebran hoy viernes 21 de junio son
- San Luis Gonzaga
- Santa Demetria de Roma
- San Engelmond abad
- San José Isabel Flores Varela
- San Juan Rigby
- San Leufredo
- San Meveno de Gaël
- San Radulfo de Bourges
- San Raimundo de Barbastro
- Beato Jacobo Morelle Dupas
- Beato Tomás Corsini
San Luis Gonzaga: un príncipe que renunció a la riqueza para seguir a Cristo
En la historia de la Iglesia Católica, la figura de San Luis Gonzaga brilla con luz propia como un ejemplo de fe inquebrantable, entrega absoluta y compromiso con Dios. Nacido en el seno de una familia noble italiana, Luis Gonzaga renunció a una vida de opulencia y privilegios para consagrarse a la vida religiosa, convirtiéndose en un modelo de santidad para jóvenes y adultos de todo el mundo.
Infancia privilegiada y un llamado divino
Luis Gonzaga nació en el castillo de Castiglione delle Stiviere, Lombardía, Italia, el 9 de marzo de 1568. Su padre, Ferrante Gonzaga, era un marqués italiano al servicio del rey Felipe II de España, mientras que su madre, Marta Tana Santena, provenía de una familia noble de Piamonte. Desde pequeño, Luis recibió una educación esmerada y una formación religiosa sólida, rodeado de lujos y comodidades propias de su posición social.
Un encuentro que lo cambió todo
A la edad de 7 años, un encuentro fortuito con San Carlos Borromeo, cardenal de Milán, marcó un punto de inflexión en la vida de Luis. Las palabras y el ejemplo de Borromeo despertaron en él un profundo deseo de consagrar su vida a Dios. A partir de ese momento, Luis comenzó a mostrar un interés cada vez mayor por la religión y la espiritualidad.
La decisión de renunciar a todo
A pesar de las expectativas que su familia tenía sobre él y de las oportunidades que su posición social le ofrecía, Luis Gonzaga tomó la firme decisión de renunciar a todo por seguir a Cristo. A los 17 años, ingresó en la Compañía de Jesús, una orden religiosa conocida por su dedicación a la educación, la evangelización y la defensa de la fe.
Una vida dedicada a la oración y la penitencia
La vida de Luis Gonzaga en la Compañía de Jesús estuvo marcada por la oración, la penitencia y el estudio. Se dedicaba horas a la oración y la meditación, buscando siempre profundizar en su relación con Dios. También practicaba la mortificación corporal, ayunando y durmiendo poco, buscando fortalecer su espíritu y dominar sus pasiones.
Un ejemplo de humildad y obediencia
A pesar de su noble origen, Luis Gonzaga se destacó por su humildad y obediencia. Realizaba las tareas más humildes con alegría y entusiasmo, y siempre se mostraba dispuesto a servir a sus hermanos de comunidad. Era un modelo de obediencia a sus superiores y de respeto a las normas de la Compañía de Jesús.
Muerte temprana y legado imperecedero
Luis Gonzaga enfermó de peste mientras cuidaba a los enfermos durante una epidemia que azotó Roma en 1591. A pesar de su corta edad, solo tenía 23 años, enfrentó la enfermedad con serenidad y fe inquebrantable. Murió el 21 de junio de ese mismo año, dejando un legado de santidad y entrega que ha inspirado a generaciones de cristianos.
San Raimundo de Barbastro: un obispo defensor de la fe y protector de los más necesitados
En el corazón de la España medieval, la figura de San Raimundo de Barbastro se erige como un símbolo de fe inquebrantable, valentía y compromiso con los más necesitados. Nacido en una noble familia francesa, Raimundo dedicó su vida a la defensa de la fe cristiana y al cuidado de los más vulnerables, convirtiéndose en un obispo venerado por su santidad y su legado perdurable.
Infancia y juventud marcadas por la nobleza y la fe
Raimundo Guillermo nació en el seno de una familia noble en la localidad francesa de Durban, alrededor del año 1059. Desde pequeño, recibió una educación esmerada y una formación religiosa sólida, inculcándole valores como la justicia, la compasión y la caridad. Su juventud estuvo marcada por la búsqueda de la verdad y el deseo de servir a Dios.
Un llamado a la vida religiosa
A la edad de 20 años, sintió un fuerte llamado a la vida religiosa. Renunciando a las comodidades y privilegios de su posición social, ingresó en el monasterio benedictino de San Antonino de Fréjus, en el sur de Francia. Allí, dedicó años a la oración, al estudio y a la meditación, profundizando en su fe y preparándose para el servicio a la Iglesia.
Obispo de Roda y Barbastro
En 1101, Raimundo fue elegido obispo de las diócesis de Roda y Barbastro, ubicadas en el actual territorio de Aragón, España. Asumió su cargo con gran responsabilidad y dedicación, enfrentando un contexto histórico complejo marcado por la reconquista cristiana de la Península Ibérica y las tensiones entre la fe cristiana y el Islam.
Un defensor de la fe y un protector de los necesitados
San Raimundo de Barbastro se distinguió por su firme defensa de la fe cristiana. Enfrentó con valentía las herejías que circulaban en la época y promovió la educación religiosa de su pueblo. Además, se dedicó con gran entrega al cuidado de los más necesitados, especialmente los enfermos, los pobres y los huérfanos.
Un ejemplo de caridad y compasión
San Raimundo era conocido por su profunda caridad y compasión. Utilizaba sus propios recursos para ayudar a los más desfavorecidos, organizando albergues y hospitales para atender a los enfermos. Su bondad y generosidad lo convirtieron en una figura querida y respetada por todos.
Un legado imperecedero
San Raimundo de Barbastro falleció en Huesca, España, el 21 de junio de 1126. Su legado de fe, valentía y caridad ha perdurado a través de los siglos. Es venerado como santo por la Iglesia Católica y se le considera patrono de la diócesis de Barbastro-Monzón y de la ciudad de Barbastro.
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