Gestión

El primer año de pandemia retrata la nefasta gestión del Gobierno

La ministra de Sanidad, Carolina Darias (i), junto al CEO del Grupo Zendal, Andrés Fernández (d), durante su visita el 25 de febrero a las instalaciones de Biofabri, una de las divisiones de Grupo Zendal
La ministra de Sanidad, Carolina Darias (i), junto al CEO del Grupo Zendal, Andrés Fernández (d), durante su visita el 25 de febrero a las instalaciones de Biofabri, una de las divisiones de Grupo ZendalSalvador SasEFE

Mañana se cumple ya unañode pandemia en España. Aunque la primera muerte por Covid-19 en nuestro país se produjo en febrero de 2020, no fue hasta marzo cuando se atribuyó oficialmente el fallecimiento registrado en Valencia a la nueva enfermedad que entonces irrumpía con fuerza en la lejana China y en la no tan alejada Italia. Aquel mes ejemplifica posiblemente mejor que cualquier otro el desastre de gestión protagonizado por el Gobierno.

Recuerden que la expansión generalizada del virus por todo el país forzó al presidente Pedro Sánchez y a Salvador Illa, a la sazón ministro de Sanidad, a aprobar un durísimo estado de alarma que mantuvo encerrados en sus casas a millones de españoles, apenas unos días después de rechazar la posibilidad de un impacto severo de la Covid-19 en nuestras vidas y de avalar incluso la celebración de concentraciones multitudinarias el 8-M que fueron foco de contagio reconocido entre miles de asistentes.

Desde entonces hasta ahora las cifras arrojan un balance desolador: con más de 3,2 millones de contagios y 69.000 muertes oficiales que, en realidad, son muchas más, nuestro país figura entre los peores del planeta en todos los apartados posibles. Es, por ejemplo, el que más sanitarios infectados tiene. Figura también en séptima posición en número total de casos, sólo por detrás de estados mucho más poblados, y es el octavo con más enfermos graves en UCI. Por si fuera poco, no figura ni entre los 20 primeros en la práctica de test en proporción a su población. Un desastre en toda regla encarnado en Illa, que afortunadamente ya no está al frente de Sanidad, y en Fernando Simón, aferrado al cargo pese a sus equívocas previsiones.