Bidireccional

Descifran por qué la enfermedad intestinal aumenta el riesgo de depresión y viceversa

Las personas con problemas digestivos tienen nueve veces más probabilidades de desarrollar un trastorno depresivo, según un nuevo estudio

Los pacientes con depresión tenían dos veces más probabilidades de desarrollar enfermedad inflamatoria intestinal
Los pacientes con depresión tenían dos veces más probabilidades de desarrollar enfermedad inflamatoria intestinalLa RazónLa Razón

La vinculación entre el cerebro y el intestino está demostrada por la evidencia científica. Y ahora se ha dado un paso más allá en ese estudio, ya que un nuevo estudio del Keck Medicine de la Universidad de California (USC), en Estados Unidos, ha encontrado que los pacientes diagnosticados de enfermedad inflamatoria intestinal tenían nueve veces más probabilidades de desarrollar depresión que la población general. Además, sus hermanos que no padecían EII tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar depresión, según publican los investigadores en la revista científica «Journal of Gastroenterology and Hepatology». Y no solo eso, ya que, por el contrario, los pacientes con depresión tenían dos veces más probabilidades de desarrollar EII.

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) englobados patologías, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. En España la colitis ulcerosa es más frecuente que la enfermedad de Crohn, 58% frente al 42%. Las dos se caracterizan por ser enfermedades del intestino inmunomediadas, inflamatorias y crónicas. «Esta investigación revela un solapamiento clínico entre ambas enfermedades, y es el primer estudio que investiga la asociación bidireccional entre la EII y la depresión en los hermanos», destaca el doctor Bing Zhang, gastroenterólogo de Keck Medicine y coautor del estudio.

En concreto, Zhang y sus compañeros analizaron los datos de más de 20 millones de personas de la Base de Datos de Investigación del Seguro Médico Nacional de Taiwán, que contiene información médica exhaustiva sobre más del 99% de los residentes de Taiwán. Durante 11 años hicieron un seguimiento de los pacientes con EII o depresión y de sus hermanos sin ninguna de las dos afecciones, y compararon la aparición de la depresión o la EII con un grupo de control de personas sin ninguna de las dos afecciones, pero con edad, sexo y situación socioeconómica similares.

Zhang plantea la hipótesis de que hay muchos factores que pueden contribuir a la naturaleza bidireccional de los trastornos, entre ellos los factores de estrés ambiental, el microbioma intestinal (formado por bacterias, hongos y virus) y la genética. «El hallazgo de que las personas con EII son más propensas a la depresión tiene sentido porque la EII causa síntomas gastrointestinales constantes que pueden ser muy perturbadores para la vida del paciente. Y el elevado riesgo de depresión entre los hermanos de pacientes con EII puede reflejar la fatiga del cuidador si los hermanos tienen un papel en el cuidado del paciente».

Una sorpresa para los investigadores

Lo que sorprendió a los investigadores fue que los pacientes con depresión fueran propensos a la EII. Zhang especula que este descubrimiento puede tener que ver con lo que se conoce como el eje intestino-cerebro, una conexión científicamente establecida entre el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central, formado por la médula espinal y el cerebro. Por ejemplo, el estudio apunta a que la inflamación del cerebro, que desempeña un papel en la depresión, puede estar relacionada con la inflamación del tracto gastrointestinal, una característica de la EII.

Riesgo en hermanos

Los investigadores no están seguros de por qué los hermanos de pacientes con depresión tienen más probabilidades de ser diagnosticados de EII. Zhang conjetura que puede haber una susceptibilidad genética compartida para cualquiera de las dos enfermedades que se presenta de forma diferente en los miembros de la familia.

Zhang espera que los resultados del estudio animen a los profesionales sanitarios a tener en cuenta tanto los antecedentes familiares como la relación entre los trastornos gastrointestinales y del estado de ánimo a la hora de evaluar o tratar a los pacientes con EII o depresión. A través de una mayor investigación y una mejor comprensión del eje intestino-cerebro, prevé aprovechar la nueva conexión entre las condiciones para mejorar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la EII y los trastornos mentales.