Tribuna
Por fin una noticia esperanzadora para la Sanidad
La revolución del sistema anunciada por Ayuso «es una invitación a un cambio en profundidad a la hora de revisar la insuficiencia financiera que arrastra el SNS»
Sin tener ninguna pista de hacia dónde se encamina, ni cómo lo abordará, la noticia que ha saltado a la prensa de boca de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de abordar una revolución en la Sanidad madrileña es por fin una noticia esperanzadora.
La ilusión que me genera este anuncio se debe a que en estos momentos la Sanidad española y madrileña requieren no retoques ni mejoras, sino un planteamiento a la totalidad del marco en el que se diseñó en su día, y las reformas que impulsó Esperanza Aguirre, que sin duda incrementaron los recursos y buscaban el cambio de modelo. Otro equipo diferente, aunque del PP, vino a retroceder en los avances realizados, sobre todo en materia de liberalización de los profesionales médicos y enfermeros para asimilarlos al resto de la plantilla. «Agarra tus cadenas», podríamos decir en su torpeza.
La revolución del sistema es, en sí misma, una invitación a un cambio en profundidad a la hora de revisar la insuficiencia financiera que arrastra el sistema sanitario español y en comparación con el gasto por persona respecto al resto del mundo de nuestro entorno.
Es imprescindible la revisión del modelo organizativo del personal en todos su aspectos. La selección, el trabajo estable, el salario general y el particular en razón de una escala de incentivos que premien la actividad con el paciente a quien se responsabiliza y se elige por el propio enfermo.
También resulta imprescindible la financiación y el modelo de atención primaria, del médico en su consulta y en el domicilio del enfermo y del enfermero en los cuidados del paciente en todas sus vicisitudes.
Así como también es indispensable la revisión de todas las especialidades y sus relaciones, desempolvando, y mejorando el Plan de Especialidades realizado por los propios profesionales en los años 2011 y 2012. Además, de la revisión de todas y cada una de las incongruencias del sistema, con especialidades cautivas, con replanteo de la optimización de unidades en los hospitales que no llegan a tener entidad en diversas especialidades por su dispersión, lo que genera inseguridad para el paciente, sin que tenga que mermar la carrera profesional.
Arreglar de una vez por todas la especialidad de urgencias. Olvidarse sin lesionar los derechos constitucionales la provisionalidad de los puestos de trabajo.
Y... no deberíamos dar más deficiencias que justifiquen la intención de la presidenta de seguir hablando de «revolución».
Solamente me queda apostillar que el método de diseñar tan ambicioso cambio ha de ser bien preparado y consensuado, no tanto políticamente, que también, sino por todas las entidades e instituciones y contando con la iniciativa privada, a ver si Madrid da a luz un modelo de coparticipación de ciudadanos, empresas, industria y sobre todo de profesionales en pro de ese cambio necesario.
Ojalá Madrid inicie en España una nueva Comisión Abril Martorell, por su rigor, consenso, método de trabajo y aportación de iniciativas de futuro y no se encuentre con las piedras que colocó el mismo partido que la facilitó.
Conviene aclarar que estas comisiones se hicieron en la Unión Europea entre los años setenta y los noventa para pertrecharse de sistemas sanitarios flexibles que aguantaran el ritmo de una Medicina que iba a poner entre las cuerdas a los Estados no preparados, por ejemplo España.
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