Investigación
¿Por qué el dolor nos hace perder el apetito?
En un nuevo estudio publicado en la revista “Nature Metabolism”, los investigadores han descubierto la causa que hace que comamos menos cuando sufrimos algún tipo de dolor
En la mayoría de las ocasiones, cuando sufrimos algún tipo de enfermedad, nos encontramos tan mal que lo último que nos apetece es sentarnos a la mesa y comer, incluso si es nuestra comida favorita. Algo que si pensamos fríamente no tiene ningún sentido. Cuando enfermamos nuestro cuerpo trabaja insistentemente para eliminar aquello que nos produce malestar realizando un gasto energético mayor, sin embargo, al no alimentarnos correctamente, estamos quitando la energía que nuestro cuerpo necesita para realizar dicha tarea. Lo que hará que tardemos más tiempo en recuperarnos. Pero, ¿por qué el dolor nos quita las ganas de comer?
Según un nuevo estudio publicado en la revista “Nature Metabolism”, el vínculo entre el dolor crónico y la pérdida de apetito finalmente puede entenderse, al menos en ratones. Para la realización del experimento, Zhi Zhang, de la Universidad de Ciencia y Tecnologíade China en Hefei, y sus compañeros inyectaron bacterias en ratones que les provocaban un dolor crónico. Diez días después, estos ratones comían con menos frecuencia y durante períodos de tiempo más cortos en comparación con los ratones de control a los que se les había inyectado una solución salina. Sin embargo, cuando este grupo de ratones recibió analgésicos, volvieron a comer con normalidad.
La causa de la perdida de apetito
Para comprender la actividad neuronal responsable de este cambio de comportamiento, los investigadores analizaron los cerebros mientras los animales sufrían el dolor crónico y encontraron señales de las neuronas del giro cingulado, una región del cerebro que procesa el dolor en la corteza prefrontal. Para determinar si esta señalización estaba relacionada con la pérdida de apetito, el equipo administró una sustancia química que evita la señalización neuronal en la corteza del giro cingulado. Como resultado, el apetito de los ratones mejoró.
Lo cierto es que la corteza prefrontal generalmente no está asociada con el control del apetito, por lo que para comprender mejor cómo las neuronas en el giro cingulado podrían influir en él, el equipo inyectó, en un tercer grupo de ratones, varias sustancias rastreables en estas neuronas. Revelando así que las señales conducían al área hipotalámica lateral, el “centro de alimentación” del cerebro.
Los exámenes microscópicos confirmaron que estas neuronas estaban activas en los ratones que padecían dolor crónico. Cuando los investigadores utilizaron productos químicos para interrumpir la actividad neuronal en esta corteza, el apetito de los ratones mejoró.
Los mecanismos solo se han identificado en ratones hasta la fecha, sin embargo, Samantha Brooks de la Universidad John Moores de Liverpool, Reino Unido, espera que un circuito cerebral similar esté en juego en los humanos, que a menudo también comen menos y pierden peso si tienen dolor crónico. “Predeciría con confianza que este circuito en el ratón podría ser el mismo en los humanos”, explica. Gracias a esta investigación, los científicos esperan ayudar a desarrollar analgésicos más efectivos.
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