Bienestar

Echar la siesta engorda, a no ser que sigas los consejos de estos científicos

Un estudio realizado en españoles encuentra que el riesgo de obesidad aumenta cuando las cabezadas exceden de determinada duración

Mujer echando la siesta
Mujer echando la siestaFreepik

Echarse la siesta es un placer mundano que prácticamente todo el mundo anhela. Hay quienes se la toman por el día y quienes prefieren hacerlo con el estómago lleno, después de las comidas. Sin embargo, dormir demasiado (o demasiado poco) puede acelerar varios problemas de salud. La ciencia ya se ha puesto manos a la obra en el camino por investigar "el sueño más español". Los resultados alcanzados son muy diversos.

El último estudio relevante, de hecho, lo firma un compatriota. Entre otros hallazgos interesantes, el trabajo del doctor Jesús Díaz, del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, alerta de que echar más de media hora de siesta por la mañana podría casi duplicar el riesgo de una persona de desarrollar cierta enfermedad del corazón. Otros trabajos recientes indican que las siestas diurnas y las muy largas pueden ser sinónimo de que se desarrollará demencia o Alzheimer.

Pero el más novedoso ha encontrado una nueva relación entre la siesta, la obesidad y adelgazar. Según sus hallazgos, podríamos decir que echar la siesta engorda siempre, a no ser que sigas los consejos de los científicos que han llevado a cabo esta investigación, publicada en la revista Obesity. Los investigadores del Brigham and Women's Hospital de Boston evaluaron a más de 3.000 adultos de la región española de Murcia, donde las siestas de mediodía son habituales.

Tras el análisis de los datos que arrojaron, los científicos afirman que las siestas de más de 30 minutos después de comer pueden estar relacionadas con un mayor índice de masa corporal, una presión arterial más alta y afecciones asociadas a cardiopatías y diabetes, en comparación con las personas que no hacían siestas.

"No todas las siestas son iguales", afirma en un comunicado Marta Garaulet, doctora en Filosofía y Máster en Ciencias, autora principal del estudio y profesora visitante de la División de Trastornos Circadianos y del Sueño del Brigham and Women's Hospital. "La duración del tiempo, la posición del sueño y otros factores específicos pueden afectar a los resultados de salud de una siesta".

Garaulet explica que el equipo realizó un estudio previo en el Reino Unido que descubrió que las siestas estaban asociadas a un mayor riesgo de obesidad. El siguiente paso fue analizar las siestas en un país en el que las siestas de mediodía fueran una parte más importante de la cultura (en este caso, España), así como "la relación entre la duración de las siestas y la salud metabólica", explica Garaulet.

La acumulación de grasa en el organismo está relacionada con el modo en que las personas digieren los alimentos durante los procesos metabólicos. Así, los investigadores afirman que examinar cómo afectan a estos mecanismos metabólicos las elecciones de estilo de vida, como dormir la siesta, podría ayudar a los investigadores a comprender cómo influyen los hábitos en la salud.

La siesta perfecta para mantener la línea

El equipo examinó las características metabólicas basales de los de 3.275 adultos participantes en la Universidad de Murcia y recogieron datos sobre sus siestas y otros factores de su estilo de vida. Dividieron a los sujetos en categorías: sin siestas, de menos de 30 minutos y de más de 30 minutos.

Los sujetos que dormían siestas más largas tenían un índice de masa corporal más alto y más probabilidades de padecer síndrome metabólico (SM) que los que no dormían siestas. En comparación con el grupo sin siesta, el grupo de siestas largas tenía valores más altos de perímetro de cintura, niveles de glucosa en ayunas, presión arterial sistólica (PAS) y presión arterial diastólica.

Las siestas más largas se asociaron con un sueño y una alimentación nocturnos más tardíos, una mayor ingesta de energía en el almuerzo y el consumo de cigarrillos. Por lo tanto, es posible concluir que la mejor siesta es aquella que no se toma. Aunque si queremos dormir, lo preferible es hacerlo menos de media hora y en el sofá en lugar de la cama.

De hecho, lo que muchos llaman "siestas energéticas", es decir, una sesión de sueño de 30 minutos o menos al mediodía, tenían menos probabilidades de presentar una presión arterial sistólica elevada que los que no hacían siestas.

"Este estudio muestra la importancia de tener en cuenta la duración de la siesta y plantea la cuestión de si las siestas cortas pueden ofrecer beneficios únicos", afirma en un comunicado Frank Scheer, PhD, neurocientífico principal y profesor del Programa de Cronobiología Médica en la División de Sueño y Trastornos Circadianos del Brigham. "Muchas instituciones se están dando cuenta de los beneficios de las siestas cortas, sobre todo para la productividad laboral, pero también cada vez más para la salud general".

¿Porque echar la siesta engorda?

Ha habido un montón de investigación sobre el sueño y la obesidad, pero "este artículo añade conocimientos sobre el sueño y los riesgos para la salud en un contexto cultural en el que se fomenta la siesta entre los individuos sanos, a lo largo de toda la vida", afirma Becca Krukowski, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia que no participó en el estudio, para Medical News Today.

Según ella, es posible que las siestas más largas sean el resultado de los problemas de salud, y no al revés. "Se trata de un estudio transversal, por lo que la dirección de estas relaciones no puede determinarse a partir de este estudio. Es posible que las personas con obesidad duerman peor por la noche y, por tanto, tengan una mayor necesidad de siestas", aduce.

En cualquier caso, Krukowski señala que el estudio podría ser un paso hacia investigaciones más reveladoras. "Estudios anteriores han demostrado que las intervenciones para perder peso mejoran la calidad del sueño", recuerda. "Podría ser interesante examinar si las intervenciones sobre el sueño -incluida la gestión de la duración de la siesta y la mejora del sueño nocturno mejoran el peso".

Los autores del estudio reconocen que es posible que algunos factores sean consecuencia de la obesidad y no de las siestas per se, ya que un estudio anterior de los datos recogidos en el Biobanco del Reino Unido apuntaba a una relación causal entre las siestas y la obesidad, sobre todo con la obesidad abdominal, que los autores denominan la forma más perjudicial.

Además, afirman haber hallado diversos factores de estilo de vida estadísticamente significativos que median en la asociación entre las siestas y las medidas de salud. Por eso, piden que en el futuro se investigue si una siesta corta es más ventajosa que una larga, sobre todo para quienes tienen hábitos como retrasar las comidas y los horarios de sueño, o para quienes fuman.