Psicología

Enrique Rojas, psiquiatra, sobre si la presión por estar sano todo el tiempo puede volverse enfermiza

El psiquiatra Enrique Rojas advierte de los riesgos del salutismo, un fenómeno disfrazado de autocuidado

Enrique Rojas
Enrique RojasLa Razón

Caminar diez mil pasos, beber ocho vasos de agua, evitar los ultraprocesados, analizar etiquetas como si fueran fórmulas químicas o medir el aire que respiramos en casa. En apariencia, todos estos hábitos son sinónimo de salud. Pero cuando el autocuidado se convierte en obsesión, surge una nueva trampa, el salutismo, una preocupación excesiva por llevar un estilo de vida “perfectamente” saludable, que lejos de mejorar la calidad de vida, puede afectarla seriamente.

Este término ha sido abordado recientemente por el psiquiatra y catedrático Enrique Rojas en una entrevista concedida durante la VI Jornada de Neurociencia y Educación organizada por la Fundación Querer, recogida por la revista Telva. En ella, el experto advierte sobre cómo esta supuesta búsqueda del bienestar se ha convertido, en muchos casos, en una fuente de culpa, rigidez y trastornos mentales.

Cuando la salud se convierte en una exigencia diaria

Según explica Rojas, todo lo que hoy día vivimos enganchados a los relojes inteligentes que miden hasta la calidad del sueño y tu respiración; tenemos hasta Apps que escanean los códigos de los alimentos del ‘super’ y nuestra lista de favoritos en Instagram son vídeos divulgativos sobre lo mal que comemos.

Detrás de esta hiperconciencia del cuerpo y la alimentación, se esconde un fenómeno cada vez más común: convertir la salud en una obligación. Caminar, dormir bien, comer limpio y ejercitarse dejan de ser recomendaciones para convertirse en mandamientos. No cumplirlos genera ansiedad, frustración y una constante sensación de estar fallando.

El lado oscuro del autocuidado: ortorexia, vigorexia e hipocondría

Según Enrique Rojas, el salutismo está directamente relacionado con varios trastornos psicológicos. Comenta que se ha popularizado en los últimos tiempos una preocupación enfermiza por comer sano y por tener unas constantes biológicas perfectas”, señala. Esta obsesión puede derivar en ortorexia (una fijación patológica por comer “sano”), vigorexia (obsesión con el ejercicio físico y la musculatura) o incluso en hipocondría, al interpretar cada pequeña molestia como señal de enfermedad.

Para el psiquiatra, esta forma de vivir el cuidado personal está muy lejos del equilibrio y genera una relación distorsionada con el cuerpo, la comida y la salud. “Lleva a una falta de naturalidad frente a alimentos, bebidas, frutas, vegetales, que son miradas al microscopio electrónico”, afirma.

Redes sociales: un escaparate irreal que amplifica la presión

Las redes sociales también juegan un papel determinante en esta tendencia. Tanto en TikTok, como en Instagram y Facebook, todas las personas que aparecen son delgadas, guapas, están contentas... y los adictos a estas aplicaciones quedan atrapados ahí por el algoritmo, según apunta Rojas.

Este patrón constante de cuerpos perfectos y hábitos ejemplares genera un ideal de vida saludable prácticamente inalcanzable, lo que, en muchos casos, desencadena frustración y baja autoestima. El contenido aspiracional que se consume de forma diaria contribuye, en palabras del psiquiatra, a que el salutismo se convierta en una obsesión colectiva disfrazada de bienestar.

Cuidarse sin caer en la trampa: el equilibrio es la clave

Entonces, ¿cómo saber si realmente estamos cruzando la línea? Para Rojas, la diferencia entre cuidarse y caer en el salutismo es la misma que hay entre ser ordenado y ser maniático del orden. En el primer caso, esa actitud está a mi servicio; en el segundo, uno está al servicio del orden.

Mantener hábitos saludables sin dejar que estos gobiernen la vida requiere flexibilidad. En su entorno personal, afirma, que la gente se cuida, pero de forma elástica y flexible, sin caer en lo obsesivo.

Vivir bien no es vivir perfecto

La búsqueda de una vida más sana es legítima y recomendable, pero el problema comienza cuando se convierte en una exigencia que domina nuestro día a día. El salutismo, más que un estilo de vida, es una mentalidad que genera culpa, ansiedad y aislamiento bajo el disfraz de la salud.

Tal y como advierte Enrique Rojas, se trata de una obsesión patológica que puede derivar en trastornos graves si no se identifica a tiempo. Ante esta realidad, el reto es volver a una relación más natural y flexible con el cuerpo y con los hábitos, donde cuidarse no implique esclavizarse.