Opinión
La enfermería puede y debe tener más peso en la sanidad
Al igual que en el pasado, la guerra reabierta ahora carece de sentido
Hace años, las principales organizaciones representativas de los médicos y de la enfermería mantuvieron una cruenta batalla a cuenta de la mal llamada prescripción enfermera. Después de duras refriegas dialécticas y de numerosas declaraciones altisonantes en prensa por parte de los dos bandos, el segundo ganó al primero. En una lógica decisión, la administración sanitaria entendió que debía cubrir el vacío legal existente en España, y permitió al personal de enfermería el uso y la dispensación de algunos medicamentos de prescripción en condiciones tasadas. Tras una importante labor didáctica, los médicos terminaron entendiendo finalmente que aquello no acotaba su espacio profesional y el experimento empezó a rodar, quedando delimitado a través de guías cuyo número ha crecido con el paso de los años. Ostomías, fiebre, anticoagulación oral, diabetes mellitus tipos 1 y 2, deshabituación tabáquica...
Aquella calma chicha que siguió a la autorización se ha dinamitado ahora con la publicación de una nueva guía en materia de infección de tracto urinario inferior no complicada en mujeres adultas. De golpe y porrazo, algunas sociedades científicas y colegios profesionales de médicos han puesto el grito en el cielo contra los actuales ocupantes del Ministerio de Sanidad. Todos vuelven a ver el fantasma de la invasión de competencias y alertan de posibles riesgos para los pacientes.
Al igual que en el pasado, la guerra reabierta ahora carece de sentido. Lejos de ser una enemiga, la profesión enfermera puede ser una aliada para descargar de trabajo a los médicos en un entorno de plantillas deficitarias y presupuestos restrictivos. La enfermería puede y debe tener más rol en el sistema, y negar esta evidencia es vivir de espaldas al futuro.
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