Salud

Un estudio describe por primera vez la ‘paradoja del café’: la molécula que une felicidad y depresión

Esta bebida protege contra la depresión, según algunas investigaciones, pero podría evitar que los tratamientos más potentes contra la depresión funcionen

Una mano mueve su taza de café, un alimento clave en depresión
Un nuevo estudio revela la "paradoja del café": la molécula que une la depresión, la ketamina y la felicidadUnsplash

Beber café podría estar ayudándote psicológicamente y, al mismo tiempo, perjudicándote. Esa es la inesperada conclusión de un nuevo análisis científico que une tres elementos aparentemente inconexos: la cafeína, la ketamina y la felicidad. Los doctores Julio Licinio y Ma-Li Wong, de la Universidad Estatal de Nueva York, han bautizado este descubrimiento como “la paradoja del café”.

Durante años, los estudios han sugerido que beber café a diario reduce el riesgo de depresión. Sin embargo, según el texto publicado en la revista Brain Medicine, el hábito más cotidiano del mundo podría interferir en los tratamientos más eficaces contra este trastorno.

El rompecabezas de la cafeína y la depresión

Los investigadores decidieron analizar un estudio reciente publicado en Nature que identificó a la adenosina, una molécula natural presente en todos los cerebros, como la clave detrás de los antidepresivos de acción rápida. Gracias a ella, tratamientos como las infusiones de ketamina o la terapia electroconvulsiva (TEC) alivian la depresión en cuestión de horas.

Lo paradójico ahora es que la adenosina es la misma sustancia que el café bloquea cada mañana para mantenernos despiertos. "La cafeína bloquea los receptores de adenosina que son esenciales para que la ketamina y la TEC funcionen", explica Licinio. "Podría estar ocurriendo una interferencia clínica que nadie ha explorado a fondo", destaca.

Adenosina, la molécula que "enciende" el cerebro

Desde hace décadas, los psiquiatras se han preguntado por qué terapias tan distintas como la ketamina o la TEC pueden mejorar el estado de ánimo desde la primera sesión, mientras que los antidepresivos clásicos tardan semanas. La respuesta, al fin, ha llegado desde el laboratorio de la profesora Min-Min Luo en Pekín: todo se debe a la adenosina.

Usando sensores moleculares de última generación en ratones, su equipo observó que tanto la ketamina como la TEC disparan una oleada de adenosina en regiones del cerebro vinculadas al bienestar emocional, como la corteza prefrontal y el hipocampo.

Cuando bloquearon los receptores de adenosina, el efecto antidepresivo desapareció. Y al activarlos directamente, el ánimo mejoró incluso sin medicación. "La adenosina es el mediador biológico de las respuestas antidepresivas rápidas", resume Luo, "es el nexo de unión entre tratamientos que antes parecían no tener nada en común".

El hallazgo ya inspira nuevas versiones del fármaco esketamina, con menos efectos secundarios y resultados más duraderos.

Y aquí entra el café…

La cafeína, la sustancia psicoactiva más consumida del planeta, bloquea los receptores de adenosina. Eso nos mantiene despiertos y concentrados, pero también podría estar impidiendo que la ketamina o la TEC actúen con toda su potencia.

Lo más curioso es que el café también protege frente a la depresión cuando se consume de forma regular. Los estudios epidemiológicos indican que el consumo crónico modula suavemente la adenosina, ofreciendo un efecto protector a largo plazo. Sin embargo, en un contexto agudo —como una infusión de ketamina—, esa misma acción puede volverse en contra.

"El mismo hábito que ayuda a prevenir la depresión podría sabotear el tratamiento cuando más se necesita", advierte Wong.

Un nuevo enfoque en medicina para la salud mental

Los expertos proponen ahora estudiar la relación entre el consumo de cafeína y la eficacia de los tratamientos rápidos en salud mental. ¿Deberían los pacientes evitar el café antes de las sesiones? ¿Podría una simple pausa de 24 horas mejorar los resultados terapéuticos?

Además, el estudio de Luo identificó una alternativa natural y no invasiva para aumentar la adenosina: la hipoxia intermitente aguda, breves descensos controlados de oxígeno que producen el mismo efecto antidepresivo rápido.

Por primera vez, la ciencia ha conectado tres piezas que parecían independientes: una droga anestésica, una terapia eléctrica y una bebida milenaria. Todas convergen en una misma molécula, la adenosina, el gran modulador del equilibrio emocional.

Y ahí reside la paradoja del café: la bebida que nos despierta cada mañana podría estar interfiriendo con el mismo mecanismo que el cerebro usa para encontrar la calma.