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Prevención

Los inesperados efectos positivos de las vacunas

Más allá de proteger frente a las enfermedades para las que han sido desarrolladas algunas consiguen beneficios contra otras patologías

Las vacunas son una de las medidas más eficaces para controlar las enfermedades DREAMSTIMELA RAZÓN

El propósito de una vacuna es protegernos frente a la patología en cuestión contra la que se administra. Un cometido en el que son enormemente efectivas, no por nada son consideradas una de las medidas más eficaces para controlar las enfermedades en la historia de la Humanidad.

Pero, por si esto fuera poco, resulta que algunas, además, tienen un efecto positivo en la salud que va más allá de la función que cabría esperar de ellas. Es lo que se denomina un «efecto heterólogo». Aunque hay una serie de beneficios «colaterales» de sobra conocidos (como pueden ser la llamada «protección de grupo» o «rebaño», por el cual se consigue evitar la propagación de una enfermedad incluso entre las personas no inmunizadas, o que reducen la aparición de resistencias a los antibióticos gracias a que evita que se produzcan infecciones), hay otras ventajas extras derivadas de su uso.

Esto sucede, como explica el investigador del CIBMS-CSIC Vicente Larraga, porque «cuando uno usa el sistema natural, la respuesta del sistema inmune es mucho más activa y adecuada a la circunstancia, y eso hace que pueda tener efectos adicionales que no estaban previstos».

Uno de los más curiosos y espectaculares es el producido con la vacuna del herpes zóster y que, tal y como se ha dado a conocer hace algunas semanas por un estudio publicado en la revista «Nature», reduce el riesgo de padecer demencia. En concreto, los investigadores que analizaron los registros de salud de más de 280.000 adultos mayores de Gales (Reino Unido), y descubrieron que aquellos que recibieron esta vacuna tenían un 20% menos de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo en los siguientes siete años en comparación con quienes no.

«Hace ya una década que se ha venido publicando el papel potencial de los herpesvirus en el desarrollo de la degeneración, no solo el zóster también del simple, incluso en casos sin efectos clínicos, y podrían ser inductores de neurodegeneración. Por ello, impidiendo la replicación del virus conseguiríamos que produzca un protección frente a la neurodegeneración», cuenta Luis Buzón, portavoz de la Sociedad Española de Inmunología y Microbiología Clínica (Seimc), y médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Burgos.

Sin embargo, como apunta Natividad Tolosa, vocal de Formación de la Asociación Española de Vacunología (AEV), «lo que ha llamado más la atención de este trabajo es que la metodología es muy parecida a un ensayo clínico, por eso tienen mucha validez».

La vacuna del herpes zóster reduce un 20% el riesgo de padecer demencia, según un estudio

Otra vacuna que está consiguiendo resultados más allá de lo esperable es la del meningococo B. En este caso se está viendo que su protección, además de frente a la meningitis, parece extenderse al riesgo de contraer gonorrea. Un efecto secundario que sería muy bienvenido dado el aumento imparable de esta enfermedad en los últimos años, a lo que hay que sumarle que es uno de los micoorganismos potencialmente pan resistentes. «Estamos teniendo un aumento tremendo y las resistencias se están disparando y cada vez disponemos de menos arsenal terapéutico», asegura Tolosa.

En este caso, sucede porque ambos patógenos pertenecen a la misma familia. «Cuando empezamos a hacer estudios de investigación de forma casual se vio que la población de meningitis tenía menos incidencia de gonorrea. Tiene entre un 32,7% y el 42% de eficacia frente a la gonorrea, que no es mucho, y aunque se espera que reduzca la posibilidad no elimina el riesgo de contagio».

Aunque en España este uso no está implementado y, a día de hoy, la meningitis B está pautada para lactantes y algunos grupos de riesgo, en Reino Unido, el comité conjunto para la vacunación y la inmunización en ese país (JCVI, en sus siglas en inglés) ha recomendado el empleo de esta vacuna en personas que tengan más riesgo de infección. «Su efecto es relativa, y que se pueda usar con esta intención es más especulativo que el ejemplo del herpes zóster, por eso Reino Unido lo está indicando solo en personas con alto riesgo de presentar episodios de gonorrea», apunta por su parte Pere Godoy, coordinador del programa Previcet del Ciber de Epidemiologia y Salud Publica (CiberESP), y miembro del grupo de vacunas de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y ex presidente de la misma.

La de la gripe

Un efecto bien conocido y documentado es el conseguido por el de la vacuna de gripe y que está asociado a una reducción de mortalidad por la disminución del número de infartos y accidentes cerebrovasculares. «Esta medida logra mucho más que otras, como pueden ser la dieta o las estatinas, etc., frente a estas dos patologías comparado con otras, porque después de una infección se produce un proceso inflamatorio, y eso predispone a tener un ictus o un infarto tras una infección. Esto sucede con cualquier infección respiratoria, no solo con la gripe, también con el VRS o la covid. Todas predisponen, esto está muy estudiado: de hecho está cuantificado que una gripe multiplica por 10 el riesgo de infarto agudo de miocardio en la semana siguiente de padecer una gripe y por ocho el de ictus», asegura la experta.

Otro efecto muy conocido que se pueden añadir es que la de la gripe también protege de la aparición de neumonías y otras enfermedades que produce neumococo, como apunta Godoy.

También las vacunas de la tuberculosis y el sarampión están vinculadas a una reducción de la mortalidad general más allá de lo que correspondería a la prevención de la infección a la que van dirigida en sí. «Lo que producen estas vacunas vivas es un entrenamiento del sistema inmune que lo hace más eficiente no solo para esta enfermedad, sino para cualquier otra infección o frente a los efectos inflamatorios y degenerativos. Y no es proporcional a la disminución de la infección. Esto obedece al entrenamiento del sistema inmunitario, frente a otros microorganismos», explica Tolosa. «En el caso del sarampión sobre todo se debe a que, donde la incidencia era muy alta, a parte de causar la enfermedad en sí este virus que cuando circula mucho puede producir encefalitis y pancreatitis a medio y largo plazo, por lo que si no se produce tampoco aparecen las secuelas», añade Godoy.

Además de esto, la vacuna BCG para tuberculosis, tiene un papel destacado frente al cáncer. “Es un bacilo tuberculoso atenuado que se emplea en primera línea de tratamiento de carcinoma in situ de vejiga. Se pone mediante una sonda en la vejiga y es el inicio de la inmunoterapia frente al cáncer. Hace décadas fue pionero en esta línea, anida en la vejiga, produce una respuesta inmune enorme en ella y destruye el carcinoma. Aunque no se usa como vacuna desde hace 40 años porque frente a la tuberculosis no es especialmente eficaz, sí en carcinoma in situ de vejiga. Esto enlaza con el escenario más innovador que es la inmunología», cuenta Buzón. Tan buenos resultados obtiene en este sentido que actualmente está en investigación también su uso frente a otros tumores como el de pulmón o incluso el asma.

En un futuro cercano...

Por último, aunque aún está en fase de ensayo, otra esperada vacuna que podría tener un efecto heterólogo como los que hemos descrito antes es la del Epstein-Barr pues, más allá del virus en sí, un potente estudio publicado hace un par de años lo señalaba como un factor necesario para el desarrollo de la esclerosis múltiple. «Queda bastante para su desarrollo, esta en fase 2, pero sería probablemente una extraordinaria noticia porque la esclerosis múltiple tiene mucho impacto social, no se sabe que la produce, aunque no esta categóricamente claro que sea lo único que la desencadena», puntualiza Buzón.