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Opinión

Leche y alimentos lácteos en la infancia y la adolescencia: inversión nutricional en salud pública

Hay que recuperar su presencia en estas etapas

La proteína láctea destaca por su elevado contenido en aminoácidos FREEPIKLA RAZÓN

Con el inicio del nuevo curso escolar, miles de menores en España retoman sus rutinas: clases, deberes, actividades extraescolares… En este contexto, es fundamental recordar la importancia de una alimentación equilibrada que les acompañe durante toda su jornada, tanto dentro como fuera del colegio.

Durante la infancia y adolescencia se producen cambios fisiológicos determinantes para el desarrollo físico y cognitivo. De hecho, estas etapas se caracterizan por un aumento significativo de las necesidades energéticas y de micronutrientes, fundamentales para sostener el crecimiento, la maduración del sistema óseo y la adquisición de hábitos alimentarios que impactarán en la edad adulta y la salud futura.

En este contexto, la leche y los alimentos lácteos constituyen una fuente nutricional de alto valor biológico, ampliamente reconocida por la comunidad científica internacional. Diversas instituciones, como la FAO y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), avalan el consumo de lácteos como parte de una alimentación saludable y equilibrada desde las primeras etapas de la vida.

La leche y sus derivados son una fuente de nutrientes esenciales. Aportan proteínas de alto valor biológico, lípidos, hidratos de carbono, y micronutrientes esenciales como calcio, fósforo, potasio, zinc, y vitaminas A, D, B2 y B12. La biodisponibilidad del calcio presente en los lácteos es especialmente elevada en comparación con otras fuentes alimentarias, lo que los convierte en la principal fuente dietética de este mineral en muchas poblaciones, incluyendo la española.

De acuerdo con datos recogidos en el Libro Blanco de los Lácteos, publicado por InLac en colaboración con la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la leche puede contribuir hasta un 65–75% del requerimiento diario de calcio en niños de entre 4 y 10 años en dietas equilibradas. A su vez, los estudios muestran que el consumo regular de lácteos, sobre todo entre los 18 y los 25 años, está positivamente correlacionado con una mayor densidad mineral ósea (DMO) y un menor riesgo de fracturas en la infancia y adolescencia.

Por este motivo, entre otros, las recomendaciones nutricionales para la población adolescente estiman necesaria la ingesta de 1.300 mg/día de calcio entre los 10 y 19 años, cantidad que puede alcanzarse con 3 a 4 raciones de lácteos diarios, según las guías alimentarias nacionales e internacionales.

La proteína naturalmente presente en la leche y sus derivados es de alta calidad nutricional, siendo, junto con la del huevo, la proteína de referencia por su elevado contenido en aminoácidos esenciales, aquellos que nuestro organismo no puede sintetizar. Las particularidades de la población infantil hacen necesaria la optimización de la proteína dietética en cantidad, pero sobre todo en calidad. Y en este sentido, por lo anteriormente mencionado, la proteína de la leche tiene un alto valor para el desarrollo físico de los niños.

Por otra parte, las características físico-químicas de la leche la convierten en un vehículo ideal para proporcionar determinados nutrientes que hoy día son deficitarios en la población infantil española. Un buen ejemplo es la vitamina D, presente en la gran mayoría de alimentos lácteos y cuyo déficit de ingesta está cifrado en más del 80% entre los niños de nuestro entorno.

Además, en su estudio «Contribución de los alimentos de origen animal terrestre a una dieta sana para mejorar la nutrición y la salud», la FAO señala que los lácteos son fuente esencial de nutrientes, por lo que es de vital importancia mantenerlos en la dieta, sobre todo, durante el embarazo y la lactancia, la infancia, la adolescencia y la tercera edad.

Por su parte, organismos como el Ministerio de Sanidad y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), y entidades como la Asociación Española de Pediatría incluyen los lácteos como uno de los grupos de alimentos clave en las recomendaciones para la alimentación saludable en edad escolar, insistiendo en su papel no sólo como fuente de calcio, sino también de proteínas y vitaminas esenciales.

Sin embargo, a pesar de la solidez de la evidencia científica, las cifras sobre el consumo de leche en nuestro país son preocupantes y muestran una tendencia decreciente. El Libro Blanco advierte que el consumo per cápita de leche líquida en España ha pasado de unos 90 litros/año a menos de 70 litros/año en tan solo una década. Esta caída se explica por factores de muy diversa índole, siendo uno de ellos la proliferación de falsos alimentos análogos de origen vegetal que no cubren el aporte nutricional de la leche.

En definitiva, esta situación exige reforzar el papel de la educación nutricional, tanto en el ámbito familiar como escolar, y sobre todo recuperar la presencia de la leche y los lácteos como alimentos habituales y esenciales de nuestra dieta y, sobre todo en la de la población infantil y adolescente, ya que ello será una buena inversión en término de nutrición y salud pública.

*Ernesto Castro es presidente de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FeNIL)