Reumatología

Optimismo en el abordaje de la artritis juvenil

Aunque no tiene cura, la mayoría de afectados puede llevar una vida plena

NIño en reumatología
NIño en reumatologíaDREAMSTIMEDREAMSTIME

Dolor e inflamación. Son dos palabras cuyo significado, a priori, no tendrían por qué conocer los más pequeños de la casa. Sin embargo, hay ocasiones en las que se cuelan en la infancia. Es lo que ocurre con la artritis idiopática juvenil (AIJ), «la enfermedad reumática más frecuente en niños que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones que debuta en la infancia y que, en realidad, engloba diferentes subtipos, cada uno de ellos con sus peculiaridades», asegura el doctor Jordi Antón, jefe del Departamento de Reumatología Pediátrica del Hospital San Joan de Déu de Barcelona, centro que celebrará, del 13 al 15 de noviembre, el XVI Congreso Nacional de Reumatología Pediátrica para mantener al día la formación de profesionales y familias sobre esta enfermedad.

Aunque no existen datos oficiales, se estima que en nuestro país hay un niño afectado por AIJ por cada mil nacidos, por lo que hablamos de una incidencia similar a la diabetes en la edad infantil. Y bajo el paraguas de la AIJ encontramos un abanico de posibilidades en función de su origen y de la afectación que implica. «La más frecuente es la forma oligoarticular, que aparece cuando hay dolor e inflamación en cuatro o menos articulaciones, que clásicamente son articulaciones grandes, como rodillas, tobillos, codos... Es más típica en niñas de entre dos y cinco años y suele desarrollarse en el 40-45% de los pacientes afectados por la AIJ. En este caso, hasta un 20% de estos pacientes puede presentar una complicación que es la uveítis anterior, que es la inflamación de la cámara anterior del ojo. Resulta importante tenerla en cuenta porque puede ser asintomática y estos niños deben hacer controles regulares con Oftalmología», explica el doctor Antón.

La AIJ incluye, además, otros subtipos: «También puede aparecer la forma poliarticular, que afecta a numerosas articulaciones y puede ser factor reumatoide positivo, más frecuente en niñas adolescentes, o factor reumatoide negativo; el subtipo de artritis relacionada con la entesitis, en niños por encima de los seis años, o la forma de artritis psoriásica, que se asocia a lesiones cutáneas; mientras que en la AIJ de inicio sistémico, el niño presenta fiebre, lesiones cutáneas y afectación de otros órganos. Se trata de la forma más grave y se observa por igual en ambos sexos y en todas las edades», detalla el especialista.

Autoinmune

Sea cual sea su presentación, se trata de una patología de origen desconocido y suele comenzar antes de los 16 años. «No sabemos la causa y se considera una enfermedad autoinmune, sobre todo porque algunas formas se asocian a anticuerpos. La sistémica se incluye dentro de las patologías autoinflamatorias porque en el inicio hay un trastorno de la inmunidad innata», afirma el doctor Antón.

Durante la infancia, resulta habitual que en algún momento los niños protesten por un dolor articular, aunque lo más frecuente es que se achaque al propio crecimiento o a algún golpe o caída reciente. Sin embargo, existen algunas pistas que pueden servir de voz de alarma a familias y profesionales para detectar a tiempo que estamos ante un problema de salud más serio. «Normalmente estos niños se quejan de cansancio, sensación de dolor y sobre todo de rigidez por las mañanas o después de un tiempo de inmovilización. Ellos nos comentan, con sus palabras, que cuando se levantan se sienten como si fueran un robot», advierte el especialista.

Sin embargo, hay otros rasgos muy característicos que no dejan lugar a dudas: «En las formas sistémicas, aparte de las manifestaciones articulares, aparece fiebre persistente, así como exantemas, unas lesiones cutáneas asalmonadas. Además, en algunos casos, se produce el aumento de los ganglios y de órganos como el hígado, el bazo... «En esta forma sistémica los menores acaban acudiendo al hospital y allí se les realizan las pruebas analíticas y de imagen que permiten llegar al diagnóstico. Una de las complicaciones posibles y más graves de la forma sistémica es el síndrome de activación del macrófago. Afortunadamente aparece en pocas ocasiones, pero hay que estar alerta para detectarlo y tratarlo precozmente», advierte el jefe de Reumatología Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu.

Diagnosticar la enfermedad y ponerle el apellido correcto a tiempo resulta fundamental, ya que, además de provocar molestias y trastornos en la calidad de vida de los niños, también puede hacerlo en su desarrollo, pues la inflamación puede repercutir en su crecimiento, al estimular el cierre rápido y prematuro del cartílago de crecimiento y provocar un acortamiento óseo.

Apoyo multidisciplinar

Su tratamiento requiere un abordaje multidisciplinar con un seguimiento estrecho por parte, entre otros, del pediatra reumatólogo. «El principal objetivo del tratamiento es conseguir la remisión de la enfermedad, frenando la inflamación y controlando el dolor. En definitiva, mejorar la calidad de vida del paciente mediante tratamiento farmacológico y si precisa fisioterapia y apoyo psicológico», explica el doctor Antón.

Y es que, sin cura por el momento, la AIJ acompaña a esos niños en todo su crecimiento y en su edad adulta, pero lo cierto es que el pronóstico es muy bueno. «Gracias a los grandes avances, estos menores pueden llevar una vida totalmente normal. Para eso hace falta que mantengan un seguimiento estrecho y una buena adherencia a los tratamientos, llegando a la remisión en un gran número de pacientes, lo que les permite hacer descansos prolongados. Son niños que pueden hacer deporte, jugar y realizar actividades como cualquier otro», asegura el especialista.

En los casos más complejos en los que aparece resistencia a los fármacos actuales, la investigación también deja paso a la esperanza, ya que «hay nuevas líneas de trabajo en marcha que nos permiten ser muy optimistas con el futuro», augura el doctor Antón.