Estudio

¿Qué enfermedad puede tener tras sufrir mononucleosis?

Una investigación demuestra una mayor abundancia de células T en el líquido cefalorraquídeo de personas con los primeros síntomas de la enfermedad

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El Virus de Epstein-Barr es muy frecuente, tanto que más del 95% de las personas han sido infectadas con él.

En la mayoría de los casos, las personas se infectan en la infancia, generalmente sin daño alguno, y suele permanecer latente. En la adolescencia y la vida adulta, este virus familia del del herpes que se propaga a través de contacto con saliva infectada, puede causar mononucleosis, una enfermedad que aumenta el riesgo de tener esclerosis múltiple después.

Ahora bien, pese a que hay bastante consenso científico sobre que la infección por este virus es un desencadenante de la esclerosis múltiple, todavía falta por demostrar cómo la infección puede contribuir al desarrollo de esta enfermedad que afecta a más de 1,8 millones de personas en el mundo.

Y para ello queda mostrar que el virus está presente en el cuerpo antes de que se presente la esclerosis múltiple. Es decir, demostrar que es el virus el que causa la enfermedad, en vez de simplemente coincidir con ella.

Pues bien, ahora un nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista "PNAS", por investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston (UTHealth Houston) ha descubierto que las células T específicas del Virus de Epstein-Barr desempeñan un papel clave en el desarrollo de esta patología.

En concreto, han demostrado que las citadas células están presentes en grandes cantidades en el líquido cefalorraquídeo de personas con esclerosis múltiple en sus primeras etapas de la enfermedad.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores, liderados por Assaf Gottlieb, tomaron muestras de sangre y líquido cefalorraquídeo de ocho pacientes en proceso de diagnóstico de esclerosis múltiple.

Estimularon las células de la propia sangre de los pacientes con líneas celulares linfoblastoides infectadas con el Virus de Epstein-Barr de la misma persona, virus sin células, con el virus de la varicela, de la gripe y la cándida.

A continuación, los investigadores, tal y como informa la revista en un comunicado, utilizaron la secuenciación de ARN para los receptores de células T para determinar a cuál de los estímulos estaban respondiendo las células T del líquido cefalorraquídeo.

Y los resultados hablan por sí solos. "Vimos una señal clara de incremento de células T específicas en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con esclerosis múltiple", afirma Gottlieb, primer autor del estudio.

"Este patrón -prosigue- fue muy diferente de lo que observamos en otras enfermedades neurológicas, lo que sugiere que es exclusivo de la esclerosis múltiple".

En promedio, el 13% de las células T en el líquido cefalorraquídeo de personas con los primeros síntomas de esclerosis múltiple son específicas de linfocitos B autólogos infectados con el virus de Epstein-Barr, lo que demuestra según los investigadores, un vínculo claro entre el virus citado y la esclerosis múltiple.

En el caso de las otras tres infecciones comunes (varicela, influenza y cándida), las células T no mostraron una abundancia similar en el líquido cefalorraquídeo.

"Este trabajo demuestra que las células T específicas para linfoma de células grandes están presentes en el líquido cefalorraquídeo en las primeras etapas de la enfermedad. Esto sugiere fuertemente que estas células T están causando la enfermedad o contribuyendo a ella de alguna manera. Tenemos varios experimentos en curso para precisar qué pueden estar haciendo estas células", afirma J. William Lindsey, profesor del departamento de Neurología de la Escuela de Medicina McGovern en UTHealth Houston.