Opinión
Volver a leer
Adoro y empatizo con los ciegos por su capacidad de adaptación a la terrible oscuridad
Entre todas las pésimas noticias de cada día, leo una que resulta alentadora: un equipo internacional de investigadores, después de más de veinte años de trabajo y múltiples modelos y ensayos, ha conseguido crear un minúsculo implante que, colocado en la retina y con una mini cámara fijada en unas gafas, ha permitido a un grupo de personas con una degeneración macular avanzada recuperar en parte su vista. Se trata del primer implante capaz de restaurar visión funcional, no solo sensibilidad a la luz, lo que abre una nueva era en la medicina ocular y la esperanza de que más de 200 millones de personas en el mundo que sufren de esta enfermedad –considerada la más común de la ceguera irreversible en los mayores– vuelvan a distinguir rostros y palabras.
Me ha conmovido especialmente que relaten que uno de los voluntarios de este ensayo ha conseguido volver a leer después de muchos años. ¿Pueden imaginarse semejante dicha? Porque todo en la vida actual está sustentado en la lectura; una receta, un prospecto, un cartel, un mensaje… Y no gozar del sentido de la vista supone una desgracia inconmensurable. Adoro y empatizo con los ciegos por su capacidad de adaptación a la terrible oscuridad. El otro día, un invidente con su perro, esperaba para entrar en un consultorio médico. Escuchó su nombre, se levantó y caminó hacia el lugar de la voz, pero chocó contra una pared. Sin lamento alguno, reculó y, con ayuda de su maravilloso cachorro, atravesó la puerta hasta la consulta.
Ojalá este descubrimiento funcione y se instaure rápido. Será un auténtico prodigio.