Sociedad
La primera consola «made in Spain»
Smach Z es obra de tres programadores de Mallorca y apunta a un nicho que todavía no estaba explotado: las consolas portátiles para juegos de PC.
El lugar es Mallorca, el año 2014. En aquella fecha tres programadores que trabajaban en un estudio de videojuegos destinados principalmente al mercado de los teléfonos móviles, se hicieron una pregunta: ¿qué pasaría si pudieran desarrollar una consola portátil para juegos de PC?
De acuerdo con datos de la Asociación Española de Videojuegos, en nuestro país hay unos 15 millones de jugadores y el 56% se inclinan por un PC como plataforma preferida. Y las razones son varias: mayor potencia, memoria, actualizaciones más fáciles, un catálogo de juegos más amplio y la posibilidad de actualizarla a gusto sin necesidad de esperar a que salga una nueva edición de la consola cada cuatro años. ¿El inconveniente? No es portátil, como por ejemplo, la Nintendo Switch. Claro que en 2014 la consola portátil de la casa Nintendo era apenas un sueño y los tres programadores mallorquines, Ignacio Armenteros, Antonio de la Torre y Daniel Fernández, se pusieron manos a la obra con el objetivo de crear, en España, la primera consola portátil, para juegos de PC. Y la más potente.
«Fue una tarea muy compleja –nos confiesa Fernández en una entrevista exclusiva–, somos programadores e ingenieros pero nunca nos habíamos enfrentado a un problema tan complejo. Tuvimos que buscar proveedores de todos los componentes, desde el hardware hasta los plásticos, explicar nuestros diseños y volver a empezarlos... una y otra vez».
Los tres socios viajaron varias veces a Shenzhen, capital tecnológica de China, para encontrar los proveedores más adecuados, algo muy complejo teniendo en cuenta las barreras idiomáticas y que no existían ningún modelo similar para dar ejemplos. Se trataba de un nicho completamente nuevo... y aún lo es.
Luego llegó el momento de colocarle un cerebro y la elección fue muy osada, ya que no buscaron microchips especializados en consolas, sino aquellos más vinculados al mundo PC. Y la elección fue AMD. «Este es el corazón de la consola –añade Fernández–, tanto el procesador como la tarjeta gráfica son de AMD. Cuentan con muy buenos gráficos, una potencia excelente para los juegos, ofrece una gran capacidad en un tamaño reducido y con un consumo bastante moderado. De hecho somos el primer dispositivo que lo aprovecha en consolas y nos asociamos con AMD para que llevara a cabo nuestra idea. Y confiaron en nosotros».
Casi había nacido Smach Z, faltaba solo un empujoncito. Y este llegó de la mano de Kickstarter, la web de crowdfunding por la que apostaron en 2018. Allí la Smach Z se convirtió en el proyecto español más exitoso, en total más de 2.000 unidades vendidas, la mayoría a EE UU (26%), luego Japón (17%), China, Corea y España (con un 8% de las ventas).
¿Qué hace que Smach Z sea distinta? Es cierto, es española, pero hay más. Primero se trata de una consola modular, lo que significa que quienes la compren no solo puede configurar el exterior (una carcasa disponible en seis colores diferentes), también tienen la posibilidad de elegir la memoria RAM y de almacenamiento dependiendo de su perfil de jugador. A esto hay que unir que los creadores configuraron todo el sistema para que cualquier usuario pueda quitar ciertos componentes, como la tarjeta gráfica, si quieren una nueva al cabo de unos años. Con ello no se pierde actualidad y se gana en personalización.
Y, por último, ha sido fabricada en sus últimos detalles, en España, más precisamente en Illescas, Toledo. Allí llegan los casi 2.000 componentes que lleva la consola: el microchip AMD (desde Estados Unidos y Japón), los botones y pantalla desde China, las placas de circuitos desde Alemania y la parte plástica desde Barcelona.
Las características de Smach Z han sido muy cuidadas, más allá de la posibilidad de personalización. En sus cerca de 400 gramos, la consola esconde otras sorpresas. Al estar inspirada en un PC, su sistema operativo puede ser Windows 10 o uno de desarrollo propio, el Smach OS, basado en Linux. Estos detalles iniciales, unidos a una pantalla HD táctil de 6 pulgadas, hacen que sea fácil usarlo también como un pequeño ordenador o centro de trabajo: se puede conectar a un ratón o a un teclado, su cámara y su micrófono permiten realizar videoconferencias), admite el uso de un e-pencil y en caso de no querer jugar más, también es posible ver contenido multimedia desde los principales proveedores, como Netflix. Obviamente cuenta con conexión WiFi y Bluetooth; puertos micro USB y USB-C, una ranura para tarjeta micro SD, salida para auriculares y un DisplayPort para conectarlo a monitores de mayor tamaño.
Su batería, de 13.500 mAh tiene una capacidad que está sujeta al juego (y a la resolución) que elijamos. De acuerdo con Fernández puede oscilar entre las 2 y las 7 horas de juego continuo. La ventaja es que en 45 minutos, se recarga completamente (cargador USB-C de 60W).
Por ahora, para quienes quieran adquirirla, los creadores han lanzado algunos accesorios básicos, como un stick USB que permite usarlo con una tarjeta SIM y así tener internet en cualquier parte (algo que tendrá un gran impacto en la batería), también unos Z-Pads para que los más nostálgicos personalicen la Smach Z con otro tipo de botones o joysticks y, más adelante, también piensan producir en Illescas, un dock que lo conecta directamente a la tele, entre otras novedades.
El precio de la consola oscila entre 699 (la versión Smach Z, de 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento interno) y los 1.099 euros (Smach Z ULTRA: 16 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento interno). Es cierto, es más cara que una consola, pero su portabilidad, la potencia y la posibilidad de actualizarla con mucha facilidad (y no mucho dinero) hacen que sea una tentación para quien esté dispuesto. A esto se une que, desde el momento de comprarla, ya contamos con más de 30.000 títulos disponibles. Y allí las consolas tradicionales se quedan cortas.
El veredicto:
En muchos sentidos la Smach Z es el sueño de muchos: tiene una gran potencia, la capacidad de seguir jugando a juegos de PC sin importar dónde (cómo mínimo durante 2 horas) y cuenta con un enorme listado de títulos. En las pruebas que hemos podido realizar, todos sus controles (completamente configurables) tienen buena sensibilidad, son de construcción robusta y se adaptan fácilmente a diferentes tamaños de mano. A esto se suma la posibilidad de, ante una emergencia, usarlo como pequeño ordenador (un poco pequeña la pantalla, eso sí) con un ratón y un teclado.
En el apartado de las posibles «quejas» hay que señalar que es un poco grande, más que una Nintendo Switch y que el tiempo de juego para aquellos títulos con mucha demanda de potencia, puede ser muy poco.
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