Sociedad

Operación vecina

Cristianos congregados en una iglesia
Cristianos congregados en una iglesialarazon

La generación del banco vacío. La de los jóvenes que no han pisado una parroquia nunca. Alguno, para recibir un sacramento. Pero poco más. También las de aquellos que un día estuvieron en un colegio religioso, pero solo conservan el expediente. Se han ido. No están. Y no regresan porque no ven el templo como un punto de encuentro. Menos aún como su casa. Ni tan siquiera como un espacio en el que obtener un beneficio o un producto espiritual. Tampoco la Iglesia ha nacido para vender motos. Pero sí para ser vecina. Del rellano de la plaza pública. Operación conexión con el ciudadano de a pie. Con el que buscar mantener una conversación en el tendedero. Con el que traficar torrijas de ventana a ventana. O estar al quite cuando viene el del contador del agua. Ser vecino es saber que estás ahí con un juego de llaves cuando se te han olvidado. Vecindad es sinónimo de proximidad. Y próximo es prójimo. Manual básico de cristianismo de barrio. Alguien que comparte contigo el cabreo porque se congelan las pensiones. En la medida en la que la Iglesia se arrime a las preocupaciones de los ciudadanos y no se pierda en discursos abstractos, romperá con esa tirria que la gente de a pie le tiene a todo lo institucional. Y ahí, juega con ventaja. Porque ya lo hace. La credibilidad de su testimonio. Es vecina con Cáritas. En los comedores sociales. En las residencias. Ya lo hace. Pero quizá tenga que hacerlo saber y ver. Sin discursos maquillados. Con esa «colaboración crítica» con el Gobierno de la que habla el secretario de los obispos, Luis Argüello. Francisco va de avanzadilla y ya ha sabido conectar con las preocupaciones de los jóvenes, de los migrantes, del cambio climático. Operación vecina. En la Agenda 2020.