Caza

¿Qué es la Peste Porcina Africana? ¿Debe preocuparnos?

La Peste Porcina Africana afecta a los jabalíes, no tiene cura ni tratamiento y su aparición en España modificaría la caza tradicional de la especie

La peste Porcina Africana puede afectar a los jabalíes españoles y no existe tratamiento para dicha enfermedad
La peste Porcina Africana puede afectar a los jabalíes españoles y no existe tratamiento para dicha enfermedadPixabay

La Peste Porcina Africana (en adelante PPA), es una enfermedad producida por un virus de la familia Asfarviridae. Afecta a los cerdos domésticos y a los jabalíes, lo que conocemos como suidos. En países africanos, suidos como los facoceros y potamoqueros pueden estar infectados, si bien no suelen padecer PPA. Como en otras muchas enfermedades que padece la fauna silvestre, ciertas especies de garrapatas (del género Ornithodorus) pueden albergar el virus sin que les afecte, siendo por tanto hospedadores porque transmiten el virus cuando “pican” a cerdos y jabalíes sanos.

Debe quedar claro que esta enfermedad no afecta al hombre, no reviste ningún peligro para los humanos.

¿Cómo se transmite la enfermedad?

En apenas 2-4 días después de la infección, el cerdo o jabalí infectado puede transmitir la enfermedad a otros a través de la saliva, orina, heces, secreciones nasales y el mismo aire que respiran. La transmisión puede producirse a través de varias formas:

a) El propio contacto entre animales infectados con sanos.

b) Contacto con las garrapatas que sirven de hospedadores para el virus.

c) La ingestión de alimentos o cualquier producto que esté contaminado con el virus, siendo esta una vía de entrada de enfermedad muy frecuente para el jabalí por sus hábitos carroñeros.

Los síntomas y pronósticode la PPA son muy variables, y dependen de la virulencia del propio virus, de lo fuerte o débil que esté el animal infectado y en los cerdos también de su raza.

En ocasiones, se dice que la enfermedad es aguda cuando los animales mueren en poco tiempo, por lo general antes de una semana tras la infección. Estos animales tienen fiebre alta, con lesiones hemorrágicas en la piel (que se enrojece), conjuntivitis, y se ponen azules las patas, orejas, hocico y cola (cianosis). Además, puede haber vómitos, parálisis y convulsiones.

Los cerdos más jóvenes suelen verse especialmente afectados, muriendo el 100%. Otras veces, la enfermedad no se desarrolla tan rápido, y con los mismos síntomas, suelen morir durante los primeros 20 días tras la infección, o bien en menores proporciones, lo que

conocemos como formas subagudas y crónicas respectivamente.

No existe vacuna para evitar la enfermedad ni tratamiento para curarla.

Actualmente España está oficialmente libre de la enfermedad, pero sí la padecimos en el pasado; en 1960 llegó a nuestro país a través de Portugal y en 1994 se dio por erradicada.

El virus “puede viajar” a través de los vehículos, ropa, calzado y casi cualquier material que pueda impregnarse. En la carne contaminada, el virus es extremadamente resistente: sobre 110 días en carne fresca, 1000 días en carne congelada y varios meses en productos cárnicos ahumados o curados. En jabalíes muertos el virus puede sobrevivir varios meses si el cadáver está en un lugar frío.

La PPA se descubrió por primera vez en Kenia a principios del siglo XX, habiéndose detectado desde entonces en Europa, Sudamérica y Centroamérica. En África Subsahariana y la isla de Cerdeña la PPA se considera como enfermedad enzoótica, es decir, que lleva afectando desde hace mucho tiempo a un lugar concreto y sin visos de que se vaya a erradicar. Desde 2007 se vienen declarando focos en Europa del Este que avanzan al oeste existiendo riesgo de que la enfermedad llegue a España. La enfermedad se ha venido expandiendo de jabalí a jabalí en la naturaleza a razón de 30km por año. Pero según los expertos consultados, esta velocidad se incrementa por la gran facilidad de transmisión a través de movimientos de jabalíes, cerdos y materiales impregnados con el virus. Aunque las autoridades sanitarias están intentando evitar el avance hacia el oeste, es más que posible que finalmente llegue a la Península Ibérica. De ahí que los cazadores que se desplacen a países del este tengan que extremar la precaución.

La PPA es una enfermedad de declaración obligatoria, por lo que no se puede realizar tratamiento alguno y por ende se aplican medidas muy estrictas cuando se declara un foco. Estas medidas por tanto se encaminan a eliminar a los animales infectados y disminuir el

riesgo de transmisión a otras zonas. En todos los casos, en el foco se establece zonas en las que se restringen los movimientos de cerdos y jabalíes y en las que se realiza una intensa vigilancia veterinaria.

Los jabalíes en los focos del Este europeo se controlan mediante caza, se evalúa la presencia del virus en jabalíes y cerdos, y se aplican medidas como los vallados eléctricos para “acorralar” a los jabalíes en la zona en la que se ha producido el foco, en ocasiones varios kilómetros a la redonda. Además, se aplican medidas restrictivas para las granjas de jabalíes.

Si hay PPA, es más que posible que hubiera una gran mortalidad de los jabalíes, así que las consecuencias podrían ser muy serias. Si no fuera así, dado que la aplicación de las medidas para frenar el avance de la PPA incluye el control de los jabalíes, estaríamos ante operaciones de control total de las poblaciones en las zonas afectadas Estos hechos, junto con la restricción de movimientos y medidas de bioseguridad, seguramente modificarían durante un largo tiempo la caza tradicional de la especie.

Según el Manual práctico elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), la vigilancia tras un brote de PPA en jabalíes debe revisarse a los 6 y 12 meses tras su declaración, por lo que podría tardarse bastante tiempo para volver a la normalidad.

Los cazadores son una pieza clave en el “rompecabezas” que supone la PPA, principalmente por la importancia para reducir sus poblaciones, haya o no foco de enfermedad. Pensemos que en España se estima que puede haber 1 millón de jabalíes y esta cifra se puede duplicar en los años venideros si no se sigue aplicando control. Sin la ayuda de los cazadores resultaría casi imposible y muy caro controlar la enfermedad en muchos focos. De nuevo, los cazadores no son parte del problema, son parte de la solución.