Alianza

Tres gigantes unen sus conocimientos para crear la “súpervacuna”

AstraZeneca, Oxford y el centro ruso Gamaleya colaborarán juntas pero otras farmacéuticas han fracasado en sus pruebas finales

Si bien la comunidad científica ha batido los récords anteriores al desarrollar la vacuna contra el virus SARS-CoV-2 en un tiempo mínimo, la realidad es que se ha conseguido gracias a la colaboración y a combinar los ensayos para reducir los tiempos. Estas prácticas no le restan seguridad ni eficacia a las vacunas, pero el camino de la experimentación es complicado y así lo evidencias las últimas noticias: una buena y otra no tanto. Pero ambas reflejo de que la ciencia trata de experimentación, conocimiento y, ahora más que nunca, cooperación. En el lado positivo, ayer AstraZeneca y Rusia han anunciado que llevarán a cabo una serie de ensayos clínicos en conjunto combinando las vacunas ASD1222 (de AstraZeneca y la Universidad de Oxford) y la Sputnik V (rusa).

«Anunciamos un programa de ensayos clínicos para evaluar la seguridad y la inmunogenecidad de la combinación de ASD1222 y Sputnik V» indicaba en un comunicado la propia AstraZeneca desde su sede en Rusia. La vacuna combinada será administrada a individuos mayores de 18 años. Primer peso en la balanza de lo positivo, con especial hincapié en la cooperación internacional. Al mismo tiempo, los responsables del Centro Gamaleya, donde se desarrolló la vacuna rusa, señalaban en redes sociales que «estamos dispuestos a compartir nuestra tecnología con Sanofi y GSK para ayudarles a desarrollar la próxima vacuna. Una alianza de diferentes productores es el camino del futuro. Juntos somos más fuertes». Esta oferta de Rusia hacia las dos farmacéuticas llega después que señalaran que sus vacunas no estarán disponibles en el segunda mitad de 2021 como se esperaba, sino que se retrasarán casi un año más, en parte debido a la «respuesta insuficiente observada entre personas mayores», según explicaba Sanofi.

La ventaja de la vacuna desarrollada por el Centro Gamaleya, según sus responsables, es que utilizan dos vectores diferentes, basados en adenovirus humanos, «lo que permite generar una respuesta inmune más fuerte y duradera».

En el otro platillo de la balanza, el menos halagüeño, se encuentra Australia. Ayer la biotecnológica australiana CSL anunció que suspendía temporalmente las pruebas de la vacuna que desarrolla junto a la Universidad de Queensland debido a que un número indeterminado de participantes de la fase 1 dieron falsos positivos en los exámenes para detectar el VIH. De acuerdo con los análisis hechos por los responsables durante los ensayos de la fase 1, que comenzaron 5 meses atrás con 216 voluntarios, los anticuerpos que algunos de ellos desarrollaron interferían con las pruebas de diagnóstico de VIH, lo que provocaba que dieran falsos positivos.

Los científicos a cargo, liderados entre otros por Paul Young, de la Universidad de Queensland, deberán ahora analizar cuál es el problema de una vacuna que, en las pruebas realizadas hasta la fase 1, mostraba una respuesta inmune robusta y un alto grado de seguridad. Para seguir desarrollando la vacuna UQ/CSL v451 será necesitario realizar cambios significativos en el proyecto lo que retrasaría «doce meses o más su llegada» –explicaba Young en una conferencia de prensa–. «Ha sido una decisión muy dura de adoptar, pero actualmente existe una urgente necesidad de tener una vacuna y esta es la prioridad». Con esto en mente, el primer ministro australiano, Scott Morrison, explicó que su gobierno aumentará la cantidad de vacunas que comprará, pasando de las 74 millones de dosis iniciales a las 105 millones, divididas entre la de AstraZeneca/Oxford y la de Novavax.

Se trata, pues, de un varapalo para los científicos y para la economía del país, que veía con buenos ojos la producción de «una vacuna en casa». La buena noticia es que, según Morrison, las vacunas de AstraZeneca se harán en Melbourne, lo que reducirá un poco el impacto negativo, lo que evidencia que los caminos de la ciencia persiguen tanto la exploración como la evidencia. Y, obviamente, la paciencia.