Caza
Así se rececha el jabalí
Consejos para tener éxito en esta modalidad de caza
De entre todas las modalidades de caza que se practican, el rececho es quizás la más deportiva y ética. Exige al cazador mostrar y aplicar todos sus conocimientos y habilidades. Y de entre todas las especies cinegéticas que normalmente se recechan en España como ciervos, corzos, machos monteses o rebecos el jabalí añade otra dificultad a su caza y es que el suido es un animal de actividad mayoritariamente nocturna por lo que los avistamientos y lances suelen tener lugar al alba o en el crepúsculo.
La primera tarea a llevar a cabo es la localización del animal y sus querencias. Para esto se hace indispensable conocer bien el terreno donde se va a llevar a cabo el rececho. El jabalí es uno de los animales más escurridizos y complicados de hallar por lo que conocer sus encames es más que necesario. Del mismo modo deben conocerse los comederos que suelen visitar y así entre el encame y el comedero estará la zona en la que buscar y recechar al astuto jabalí.
La época en la que se practique la caza condicionará estas querencias del jabalí. Así, durante la primavera y el verano buscará los cultivos siendo el trigo una de sus preferidos junto con los maizales donde este animal suele generar grandes destrozos. Durante el otoño y el invierno suelen guarecerse más en el monte cerrado y las bellotas y hayucos componen el grueso de su dieta diaria.
Del encame al comedero el jabalí usa una serie de pasos que quedan marcados en el monte, son los “caminos” que bien conocen los cazadores y cuya ubicación es tan necesaria como la de los propios comederos para tener éxito en estos recechos.
Por último, deben ser observadas las huellas que dejan estos animales. Cerca de los charcos o tras las lluvias el suelo será como una hoja de papel en la que los jabalíes dejan impresa su huella. Examinado el tamaño y hendidura de las mismas puede saberse si algún gran guarro es habitual de la zona. También si va acompañado o de si hay pequeños en la piara. Un suelo embarrado es un foco de información de los animales que habitan el coto.
Con esta información y conociendo sus encames el mapa para recechar al jabalí queda hecho.
Como en todo rececho la parte más difícil es la de dar con la pieza a abatir. En este caso si se han analizado correctamente los conceptos antes mencionados habrá posibilidades de toparse con un jabalí. Una vez localizado debe acecharse al animal buscando tener un tiro claro y esta es otra de las dificultades que presenta esta modalidad ya que la envergadura de una jabalí no es comparable a la de un ciervo y para mayor dificultad el lance se verá perjudicado por una baja visibilidad al buscar el suido las zonas más espesas de vegetación para protegerse.
El oído está tan agudizado como el olfato en este animal así que es obligado el uso de prendas silenciosas. Cada paso debe ser medido y la paciencia y precaución la premisa del cazador; ante el menor viento o ruido el jabalí emprenderá la huida y a buen seguro que no se dejará ver de nuevo. El camuflaje por su parte no se hace indispensable al no ser la vista del jabalí uno de sus mejores sentidos.
Una vez localizado y acechado, el lance ha de ser rápido y preciso. El disparo tiene que estar bien dirigido a las zonas vitales y el calibre a usar cualquiera de los empleados normalmente en la caza mayor en la península ibérica. En muchas ocasiones los lances van a producirse a poca distancia por lo que es incluso posible practicar esta modalidad con escopeta disparando cartuchos de bala.
Si el lance resulta victorioso hay que recordar que para el consumo de la carne se debe realizar un análisis por parte de un veterinario para descartar posibles enfermedades que el jabalí pudiese tener.
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